Nunca creí poder querer como te quiero,
quererte más que a nadie, que a mí mismo,
pensar en tí al final, en tí primero,
igual sobre la cumbre que al fondo del abismo.
Quererte sin reclamo de cariño,
sin pedirte igualdad de sentimientos
quererte porque al fín, mi dulce niño,
producto fuiste de nobles sentimientos.
Si pudieras mirarte como eres,
todo lleno de infantil ternura,
que despiertas en todas las mujeres
el celo maternal de una criatura.
No pronuncian tus labios la palabra
pero expresan tus ojos cuando miras
emociones tan hondas que taladran
y enternecen también cuando suspiras.
Tu sonrisa transporta y arrebata
a regiones de calma y de ventura,
donde todo sufrir, se desbarata
y se torna por cálida ternura.
Si pudieras sentir lo que yo siento
cuando lleno de gozo me acaricias,
o miro en tus sonrisas el contento,
inocente, sin dolo ni malicias.
Pasó por el mundo gigante y airoso
sembrando dulzuras, amor, caridad
amigo sincero, y admirable esposo
padre cariñoso… ¡Padre sin igual!
Te fuiste dejando tristeza en mi pecho,
soledad tangible, recuerdos, amor,
en vano te busco, postrado en tu lecho
donde santamente sufres tu dolor.
Ayer, nada menos, me diste consejos
dejaste que fuera valiente, con Fe,
y ya en tu semblante tus ojos, espejos
de un ser que se marcha, las marcas miré.
Jamás una queja salió de tus labios
sufrías en silencio tu cruento dolor
a veces te dieron maldad y agravios
a cambio del acto de un sano favor.
Recuerdo de acciones de altruismo sincero
que a muchos la vida quizás salvarán
y al fin para irte, momento postrero;
te diste a ti mismo, cual dieras tu pan.
No fuiste tan solo “la sombra que pasa”
que no deja huellas así que pasó,
tu huella se mira, grandiosa se alza,
y ya en beneficios sus frutos brindó.
Tus obras el tiempo más fuerza les dona,
lo bueno no muere ni muere su autor,
perdura en sus frutos, el tiempo lo abona,
y en cada semilla renace su albor.
Así, no te has ido… Así, no te has muerto,
tan solo en tu fosa te encuentras dormido;
o quizá en la gloria te encuentras despierto
contemplando al Cristo que tanto has querido.
Con profunda pena me alejé pensando,
cual sería la causa que sufrir te hacía.
Pregunté a la gente que veía pasando,
pero nada, nadie, contestar sabía.
Caminé en silencio, más meditabundo
porque nada, nadie, del dolor sabía.
Vi la indiferencia que presenta el mundo,
pero al preguntarle… Nada respondía.
A los elementos pregunté angustioso,
por si alguno de ellos, responder sabía,
y me dijo el Viento, siempre misterioso,
que quizás la noche, la verdad sabría.
Esperé a la noche que llegó en silencio,
con su faz de luto, con hiriente calma
y me dijo luego que me vió en suspenso:
-La verdad que buscas, la conoce ttu alma-.
Y le dije: Noche que mi al mitigas,
pues que yá, resuelto, mi problema está,
por tu eterno luto, quiero que me digas,
dónde mi pobre alma, dónde se hallará.
Ante tal problema se apenó la noche,
me miró muy triste y me dijo así:
-No es ningún consuelo ni es ningúún reproche:
si has perdido tu alma… Infeliz de ti-.
“Para que pretendes aliviar dolencias,
conocer problemas y aconsejar
si tus pobres fuerzas y tus incumbencias,
ante lo infinito, nada lograrán”.
“Todo lo que digas, lo que tú perores,
como tú, sin alma, hueco se hallará;
intenciones buenas, han de ser errores
que la gente sabia te descubrirá”.
“Si pretendes, loco, darle algún consuelo,
porque ves que sufre sin saber por qué,
da mejor las gracias al clemente Cielo…
el amor lastima… pero, no se ve”.
“Aunque veas que sufre y aunque veas que llora,
mucho más dichosa, ha de ser que tú,
porque tiene “un alma” que la dicha implora,
transparente y pura, como de Tisú”.
“La mejor ayuda que prestarle puedes,
es que no pretendas ayudarla más,
porque tú, hacia el fango, sin remedio ruedas
y de lo que toques, ¡todo enfangarás!.
Calla corazón tu sufrimiento,
no le aumentes sus penas con tu pena,
si en verdad es de amor tu sentimiento
ocultarlo ha de ser una obra buena.
Piensa corazón que poco vales,
y en cambio cuanto vale la que adoras;
para tí, tu fortuna son tus males,
y tu don, es dictarme tus doloras.
Pobre corazón, te considero,
tú no tienes la culpa de adorarla,
tu cariño es sincero y verdadero
mas desear que te acepte, es rebajarla.
Mira corazón, yo te aconsejo
que la sigas amando con fervor,
que te revistas de valiente dejo
y que ocultes a todos tu dolor.
mgl
CANSANCIO
¡Que comenzar es la vida!
Que cansancio al comenzar;
una lucha interrumpida
por otra que va a empezar.
Luchar por lo que se tiene,
por lo que falta obtener,
por el mal que se previene
por el consuelo de ayer.
Desear con ansia el futuro
teniendo siempre un presente,
sintiendo solo seguro
lo ya vivido realmente.
Mirar el tiempo que pasa
ajeno a la voluntad
y en su carrera adelgaza
la expirante humanidad.
mgl
CARTA A MI HIJO
Hijo mío, la más amada de mis obras, la más valiosa, la única que podría hacerme perdurar a través del tiempo, y hacer que sienta no haber pasado la vida sin dejar huella.
Tú, hijo mío, serás mi continuación, serás la realización de mis más caros anhelos y tus triunfos serán mis goces presentidos y serán mi orgullo actual, que se despierta, cuando miro tus ojos encendidos de extraña e incomprensible luz, producto inmaterial de fantásticas visiones que anidan en tu frente en desarrollo.
Hijo, empiezas a vivir y no comprendes, aunque sientas, el impacto tremendo de las leyes a que todo ser viviente está sujeto. Empiezas a sentir extrañas cosas sin que encuentres el nombre que has de darles; quisieras abarcar el infinito y llenar tu cabeza de certezas, que por hoy, solamente está poblada de angustiosas dudas y una que otra verdad mal comprendida. Quisiera que al mirar o al escuchar lo que te escribo, sintieras cuando menos, que yo, si te comprendo, que yo sí te conozco y que por ello, comprendiéndote, conociéndote y amándote, no voy a exigirte perfecciones, ni a exigirte que seas como yo quiero, no voy a encerrarte en ese molde donde cuajan vistosas gelatinas. Tú, eres tú, mi hijo sí, a quien he heredado muchas cosas, quizás, para mí desconocidas, pero de todas, la más importante, la vida misma que habrá de realizarse en condiciones, circunstancias, factores, etapas de tiempo y de doctrinas por mí no controlables, por ello, de antemano habré de respetarte y habré, aún más, de comprenderte y comprender tu época, tu medio, tus semejantes y no me sentiré defraudado cuando vea que no eres como yo fui a tu edad, que no te gusta la música que a mí me embelesa y no te creeré loco porque sueñes en llegar algún día, a pisar otro suelo, en otro planeta que yo ignoro.
Quiero advertirte que algunas veces, sentirás el temor de hallarte solo, de sentirte abandonado, de empezar a caminar por sendas de un final desconocido, pero eso, hijo mío, no debe anonadarte ni debe decidirte a un descanso fingido e improducente, eso, es tan solo, algo común al ser viviente; sigue, sigue tu adelante, hasta que logres ver tu esfuerzo coronado y sientas tu ser mismo complacido.
Comprobarás que en el mundo no estás solo, aunque el Padre y la Madre se hayan ido, mirarás otros niños, otros hombres y al mirarlos sentirás que son ellos tus hermanos, que buscan que les brindes tu cariño, que quieren compartir contigo el fruto de su esfuerzo y de tu esfuerzo y acogerte en su seno, como miembro de una familia feliz, que tiene como casa el U N I V E R S O.
Descendí hasta el fondo de mi alma.
Luz, penumbra, obscuridad...
Crucé lugares de inquietante calma
y lugares de agreste tempestad.
Vorágines de plantas retorcidas
por angustias de duelo y de dolor,
miradas iracundas, encendidas,
clavadas de mi cuerpo en derredor,
seguían mis pasos vacilantes
clamoreando mis gestos de dolor.
Así llegué hasta un abismo incognoscible
jadeante, destrozado, con terror,
era el fondo de mi alma, lo invisible,
era un monstruo del cual yo fui creador.
mgl
DESPEDIDA
Te vuelves un recuerdo de mi vida...
te tornas añoranza del pasado;
te vuelves ocasión desvanecida
en que pude mi dicha haber logrado.
Te vas y al marcharte, ¿Qué me dejas?
Un recuerdo infinito de ternura,
un presente vacío porque te alejas
y un futuro perdido en la negrura.
Te vas y no te pido que te quedes,
aunque sienta morir el corazón.
Tú, que aliviarme mis dolencias puedes
te marchas por justicia y con razón.
Estuviste a mi lado gentilmente
aunque todo era luto en derredor,
y fué con tu bondad condescendiente
que me hiciste sentir lo que es amor.
Te amé, sí, como nunca soñé amarte,
y te amo tanto, que prefiero altivo,
dañarme mortalmente, que dañarte
sin quererlo, sin razón y sin motivo.
Te adentraste en mi ser y ¿qué encontraste?
tan solo vanidad y un mar de dudas;
pretendiste ordenar aquel desastre
y chocaste en polémicas absurdas.
Quisiste con ternura consolarme
y hacer que renaciera en mí, la fé,
y sufriste y lloraste por calmarme
y en vez de comprenderlo te inculpé.
Hoy que te marchas por distinta senda
la del bien, la del triunfo, de la vida,
logras al fín que tu actitud comprenda
y mire mi actuación envilecida.
¡Oh, Señor!, Tú que sólo me conoces,
que sólo eres capaz de conocerla,
escucha mis plegarias y mis voces
y dime si hago bien en retenerla.
Me dice el corazón que no me quiere
y sufro por saber su desengaño,
pero este sufrimiento más la hiere
y crece con su pena más mi daño.
Pretendo en un momento de locura
borrarla para siempre de mi mente,
olvidar sus caricias, su ternura,
y el amor que mintiera dulcemente.
Pero luego, Señor, cuando imagino
que todas esas cosas he perdido,
ya no encuentro las huellas del camino
que al ideal, me conduzca, tan querido.
Te confieso Señor, que hay otras veces,
que siento no quererla como antaño;
pero entonces, Señor, ¿Porqué mis Preces
me demuestran que todo fue un engaño?
No me quiere; lo sé porque me miente,
porque dice que me ama con pasión
y al decirlo, su YO se encuentra ausente,
vagando en otro mundo de ilusión.
Una vez, platicando sin recelo,
su ferviente y más caro anhelo dijo,
el anhelo bendito en Tierra y Cielo,
el anhelo de dar al mundo un Hijo.
No me quiere, Señor, ni me ha querido;
me toma nada más como instrumento
que después del servicio requerido
se oculta más allá del pensamiento.
Me acepta por hacerme victimario,
para odiarme después que todo pase
y decir que su vida es un calvario
que en medio de dolores se deshace.
* * *
Perdóname, Señor, si me equivoco
y te ofendo y la ofendo sin querer,
mas la pena, Señor, me vuelve loco,
si su ser, sin querer, voy a perder!.
Se bien que existes porque te siento,
porque tus obras me lo demuestran...
Bien sé que muchos, al fin, te encuentran
y yo te busco... ¡Y no te encuentro!
Tu voz escucho por donde quiera,
dentro de mi alma también te escucho,
pero aunque quiera, por más que lucho,
no alcanzo a verte como quisiera.
Leyendo paso sobre tu tema,
algunas horas de cada día,
pero al entrarme la duda impía
pronto lo dejo, porque me quema.
La duda nace, bien lo comprendo,
porque pretendo todo entender
y entiendo luego que al no entender
en dudas troco lo que no entiendo.
Tus libros hablan con claridad,
pues fueron hechos por tu destreza,
pero esa misma genial grandeza
hace más chica mi humanidad.
Yo no comprendo, pues no conozco,
la dicha Eterna que Tú prometes
y sin embargo sé que no mientes
porque Divino te reconozco...
Dejo mi libro, quedo pensando...
En puntos varios mi vista fijo
y luego entonces ¡Señor! me aflijo
por los contrastes que va marcando.
Leo con las ansias de comprenderte
porque Tú quieres que te comprenda,
porque Tú quieres que te haga ofrenda
de mi Yo mismo para entenderte...
Mas todo en vano ¡Señor no puedo!
Cuando más alto mi pensamiento
vuela en tu busca con gran contento,
vuelto a la escoria ¡Mas hondo ruedo!
Era un crisantemo blanco
y una rosa carmesí,
que juntos en el florero
bello idilio lastimero
cultivaron entre sí.
El crisantemo sentía
el contacto de la rosa,
que más lastimero hacía
el idilio que sabía
imposible con la hermosa.
Ella un botón que luciente
a adornar empezaría
él, de blancor decreciente
que se va acabando siente
su belleza y lozanía.
Breve idilio cultivaron
fugaz como el ventarrón
que a la rosa se llevaron
y solo escombros quedaron
blancuscos en el jarrón.
mgl
JUVENTUD
Torbellino de vanas ilusiones
en que pierdes, sin verlo, la razón;
consecuencia será de decepciones
que en silencio lamente el corazón.
Ilusa juventud que no previene,
el mañana que pronto llegará,
a su fuerza titánica se atiene
porque piensa que nunca flaqueará.
Mas la débil flaqueza se presenta
por la fuerza impélida que la creó,
y a la vida declina y atormenta
hasta ver que esa vida exterminó.
¿Por qué la juventud nos abandona?
No recuerdo si tuve juventud,
o bien ya la memoria me traiciona,
o falsa también es mi senectud.
Sin embargo, son tantas decepciones
de que tiene recuerdo el corazón,
que harían falta diez mil generaciones
para ver cada vieja decepción.
LA LEYENDA DE SAN LUNES
Para la sra. Ernestina Garrido
vda. de Del Villar.
I
En un pueblo muy lejano,
escondida en la montaña,
donde el sol sale temprano
por que la mima y la baña,
está una casa encantada
donde la dueña escondió
las luces de la alborada
y todo el bien que forjó.
Es una casa gigante
donde no se puede entrar
sin la bondad de estandarte
y la paz para sembrar.
Viejos arbustos cuidando
de día y de noche se ven
y entre sus ramas cantando
las aves con su vaivén.
Parece un mar de colores
derramados al azar,
las corolas de las flores
y el verde del pastizal.
Dicen las gentes de afuera
que quien pise este jardín,
vivirá en la primavera,
desde ese instante hasta el fín.
El jardín tiene riachuelos
y estanques que son espejos,
donde la flor tiene celos
por sus románticos dejos.
Gansos y cisnes donosos
por los jardínes pasean,
con movimientos graciosos
para que todos los vean.
Como guardada entre flores,
o como un lecho bordado,
da la estancia resplandores
del color de lo soñado.
Mil piezas forman la casa,
cocinas y comedores,
y un reloj, donde no pasa
el tiempo entre bastidores.
Alfombras de espesa lana,
la chimenea señorial,
seda y luz en la ventana
y arcoiris de cristal.
Todo parece de ensueño,
de ideal o de fantasía,
la realización de un sueño
nacido de una poesía.
II
Según cuenta la leyenda,
en esta casa vivió
la pareja mas que buena,
que la gente conoció.
El, un señor temerario
valeroso a toda prueba;
Ella un alma del rosario
que amor y belleza entrega.
Los dos en correspondencia
de sentimientos están:
El, la adora con violencia
y Ella, lo ama de verdad.
Ahí felices pasaron,
no se sabe cuanto tiempo,
pero su dicha sembraron
en el mundo y en el templo.
Nunca hubo un menesteroso
que llamando en esa puerta,
no recibiera gustoso
ayuda tangible y cierta.
Los monjes de saya burda,
Clarisas y Carmelitas,
correspondían a su ayuda
con la promesa infinita:
“Que Dios la colme señora,
que Dios lo colme señor,
de la Gracia Redentora
que nos confirma su amor”.
Dicen que continua fiesta,
con dulces y con cariño,
era siempre la respuesta
a los lamentos de un niño.
III
Hoy han pasado los años...
Una queda de los dos,
Ella sigue los peldaños
por donde El, llegó hasta Dios.
IV
Aseguran los pastores
que la casa está encantada,
que de ahí salen fulgores
de una luz inmaculada.
Que de tarde o de mañana,
que por la noche o de día,
el que pase en mente sana
oye sana algarabía.
Oye niños, que felices
juegan y cantan adentro;
miran aves en deslices
de ternura y de contento.
Y dicen, esos pastores,
jurándolo por su estrella,
que en esa casa con flores,
está la mujer más bella.
Lirio que en botón lucías
sobre tu tallo esperanza,
subir al cielo querías
pero el cielo no se alcanza.
Que una mano sin conciencia
por tu belleza robada
por gozar de tu presencia
te malogró la escalada.
Luce, pues con tu belleza
sobre el frasco colocada
y perdona la bajeza
de aquella mano alocada.
mgl
LO QUE QUIERO
Sepan hijos lo que quiero
porque lo quiero en verdad,
que en esta vida primero
más que el precio del dinero
valga más la humanidad.
El dinero es necesario,
mucho se puede comprar,
tiene aprecio legendario
tiene respaldo bancario
y a muchos hace soñar.
Pero hay algo que no alcanza
ni nunca podrá lograr:
tener bienaventuranza
y mantener la esperanza
por otra vida alcanzar.
mgl
MADRIGAL
Ojos de color extraño
que tanto me gusta ver,
porque sois el desengaño
que más le produce daño,
a mi ciego parecer.
Pareceis color de acero,
a veces color de mar,
algunas veces de cielo
y las más, que desespero,
de sombra crepuscular.
Más el color que tuviereis
de qué me sirve indagar,
que siendo lo que no fuereis,
mayor placer no pudiereis
al verme, proporcionar.
mgl
¡MI AMOR, MI CORAZON Y UN POBRE VERSO!
I
¡Soy feliz, porque dices que me amas!
Con una frase, que feliz me haz hecho.
Que nueva sensación llena mi pecho,
cuando escucho a mi lado que me llamas.
¡Que gentil porque nada me reclamas
sabiendo que a exigir tienes derecho!
No te importa del mundo su desecho...
¡Soy feliz, porque dices que me amas!
Un ideal de mi vida realizado,
que por todo una vida había esperado,
me embelesa si mi nombre exclamas.
Solo una frase por tus labios dicha
transmutó para siempre mi desdicha.
¡Soy feliz, porque dices que me amas!.
II
Por tu dicha, mi vida te daría.
Si tú fueras feliz, más feliz fuera,
porque mi pecho con su amor quisiera
construirte un Edén de una poesía.
Si no fuera tan solo fantasía
lo que añora mi mente, yo te diera
lo más grande y más noble que tuviera...
¡Por tu dicha, mi vida te daría!.
Si alguna vez, la pena hiciera presa,
con sus garras de luto y de tristeza,
en tu pecho tan tierno todavía,
por tu pena mi dicha se perdiera,
aliviarte al momento yo quisiera...
¡Por tu dicha mi vida te daría!.
III
El dolor del mañana ya presiento,
como una sombra helada va envolviendo
esta aurora de paz, que estoy viviendo,
la duda que forjó mi pensamiento.
Con cuanto afán de mi cerebro ahuyento
la causa porque me hallo padeciendo,
esa voz sin embargo sigo oyendo...
¡El dolor del mañana ya presiento!.
Dice que con el tiempo todo pasa,
que la ilusión que nuestra vida abraza
se pierde de ese tiempo en un momento.
Te amo, y te amaré toda mi vida.
Yo no quiero mi fe saber perdida...
¡El dolor del mañana ya presiento!.
IV
Mi amor, mi corazón y un pobre verso,
lleva juntos el papel que ven tus ojos.
Mañana, cuando entierren mis despojos,
de mi "Adios", han de darte el casto beso.
Mi riqueza, fue tu amor con su embeleso...
Mi dicha fue escuchar tus labios rojos;
mi orgullo, que aceptaste sin enojos
¡mi amor, mi corazón y un pobre verso!.
Tú... No me olvides aunque el tiempo corra.
Y aunque digan que el tiempo todo borra,
con el tiempo me iré y se irá tu beso.
Por siempre, donde me halle, o donde estoy
como una prueba de adorarte doy
¡Mi amor, mi corazón y un pobre verso...!.
Qué por qué y a mis años no me caso,
me preguntan con curia en el exceso
¿Qué por qué no apresuro dar el paso
y me quedo en el mismo como preso?
Dar el paso y quedarme como preso
a mi juicio sería dar un mal paso,
y es por eso, por miedo, lo confieso,
que aunque muera de viejo...¡No me caso!.
De mi vida presiento ya el ocaso
y en vivir lo que resta me embeleso,
por eso, yo comprendo que no hay caso,
perder la libertad por un tropiezo,
nacido solamente del fracaso
que se esconde, traidor, detrás de un beso.
mgl
NO QUISIERA MORIR.
No quisiera morir... pero si muero
que no lleven mi cuerpo al campo Santo,
que incineren mi cuerpo lo primero
y que esparsan sus cenizas por el campo.
mgl
NOCHE
¡Oh! noche tan negra silenciosa y yerta
noche que pareces fantasmal visión
solitaria y triste, callada y desierta
como te pareces a mi corazón.
Ni siquiera sombras se ven en tu seno
ni un ruido interrumpe tu ser sepulcral
sólo yo te miro de todos ajeno,
porque en la negrura me siento tu igual.
Yo tampoco tengo ni sombras ni luces
ni ruidos que turben mi calma espectral,
soy un cementerio sin tumbas ni cruces
donde yacen muertos el bien y el mal.
Ya nadie se acerca llamando a mi puerta
ningún peregrino mi senda siguió,
mi senda sin nada, mi senda desierta
ni donde el abrojo siquiera creció.
Solitario y triste, me sirve de nada
que puedan mis labios las penas contar,
que sienta la mente de dudas poblada
si nada ni nadie me habrá de ayudar.
Con esa tortura que nadie adivina
los días y los meses volando se van;
y un año principia cuando otro termina
y en él mis angustias también crecerán.
Solo, tú me miras noche tenebrosa
más ni tú comprendes mi cruento vivir,
o quizás por ello viniste luctuosa
sabiendo que pronto tendré que morir.
Hijos a quien dí yo vida,
como dice la razón,
no juzgueis esta perdida
cuando afirmo que la vida
me la dais, por compasión.
No es verdad que yo os la diera,
que al final Dios nos la dió;
hizo Dios que al veros, viera,
la verdad más verdadera
del amor que en vos envió.
Con amaros me renuevo,
siento ganas de luchar,
lloro, siento, me conmuevo
y pretendo hacerme nuevo
para más a vos amar.
Sólo a Dios mi amor supera,
que al amaros lo amo a Ël;
si otro vida más me diera,
por lograr la que ofreciera
que vivieramos con El.
Vuestros padres con vosotros,
ya juntándonos a otros
que al amar aman a Dios,
sin temor de separarnos,
que con todos los que amamos
damos más amor a Dios.
Y el que al fín a Dios más ama,
que le puede dar temor
si en lo eterno ya se aclama
y comulga en su Creador.
Pensando en tus amores, recuerdo; me encontraba…
de mí cerca flotaba tu efigie angelical,
de lejos los rumores melifluos me llegaban
y en el viento rayaban con cadencia ritual.
Las aras cariñosas prestábanse al arrullo…
Se ahogaban los murmullos… El día empezó a morir.
Al cielo tachonado brotaban las estrellas
y raudos los cometas surcaban el confín.
Mi alma se alejaba siguiendo tras de tu alma,
y presta ya la calma tras ella también va,
le siguen los suspiros; de ayer, aquellos besos
que siempre fueron presos de falsa vanidad.
El cielo engalanado se ofrece ante tus ojos
postrado ya de hinojos me ofrezco yo también,
y tomo mil estrellas, las fundo en una sola,
forjando así una aureola que ornar pueda tu sién.
Los rayos argentinos que escapan de los cielos,
como nítidos velos te cubren con amor,
y genios primorosos te ofrecen ya sus galas
son silfos que sus alas destrozan en tu honor.
Sublime en tu figura, te muestras cariñosa,
y suave, vaporosa, caminas hacia mí…
Mi alma no soporta tal dicha y tal belleza,
y siéntese estar presa de dulce frenesí.
Más…¡Oh!… Cruel desengaño al ver que va de prisa
y sólo una sonrisa te dignas esbozar,
y sigues presurosa mirando al bien amado
qué marcha apresurado… ¡sin lograrlo alcanzar!.
¡Que dolor tan intenso sufre mi alma!
¡Mi razón cuanto pena en comprenderlo!
por que mi pecho con amor te ensalma
y a ese amor prontamente he de perderlo.
El amor, dice explícito el poeta
es de todas, la pasión más noble,
las ansias siempre de triunfar despierta
y troca la flaqueza en duro roble.
-El amor es la vida- sigue hablanddo,
y la dicha más grande es su dolencia
en los actos del hombre es voz de mando
y es la meta final de la existencia.
¡Como envidio al que canta en esa forma,
como él quisiera mi poesía decir…!
Llevar quisiera su teoría por norma
y sentir ese gozo en el sufrir.
Pero no, que sufrido ya he bastante
y mucho todavía he de sufrir,
y nunca en gozo mudará un instante
la gran tragedia de mi mal, vivir.
Que te quiero, mujer, ya lo has probado,
pero, dime con toda la verdad:
¿no es cierto que mi mal te ha emponzoñado
y ha cundido en rubor tu castidad?
¿Y no es cierto también que muchas veces
has sentido deseos de no quererme,
y que sufres, mujer, y que padeces
cuando piensas que al fin has de perderme?
Cierto. Todo es un mar de confusiones.
La mente se enajena y desearía
crear un mundo poblado de ilusiones,
y llora al comprobar su fantasía.
Al quererte mujer te causo daño
por querer evitarte dicho mal,
y al tratar de evitarlo más me ensaño
y te hiero y me hiero sin piedad.
Herirte tantas veces ya no quiero
perdona las dolencias ya causadas,…
deja de abrojos mi fatal sendero
y marcha en el de flores perfumadas.
Que en él encontrarás castos amores
más grandes que la cauda de un cometa,
y de dicha han de ser sus sinsabores
como afirman los cantos del poeta.
¡Que rara sensación de sufrimiento,
como nunca mi bien, la había sentido
embrujó mi existencia en el momento
que en tus ojos vi el llanto confundido!.
Tus ojos siempre de mirar risueño,
en vano el llanto sepultar querían
y en vano pretenden que fuera sueño
el porqué gruesas lágrimas vertían.
Ni tu sueño ni el viento fueron causa,
de la limpia humedad que los bañara,
porque pienso, más bien, que fue una causa
en la risa feliz que te embriagara.
Mas siendo la razón la que haya sido
que a tus ojos brotar hizo tu llanto,
de efecto mucho más envilecido
fue en mi pecho, mujer, que te ama tanto.
Mi dolor más creció en la impotencia,
querer y no poder prestarte alivio,
tu dolor aumentado a mi dolencia
y en mis ojos ni el llanto prestó alivio.
Que pobre debo ser o que pequeño,
mis esfuerzos que vanos deben ser,
ni de mí tan siquiera soy el dueño,
pero loco, pretendo tu querer.
No vuelvas a llorar te lo suplico
ya no aumente tu llanto mi amargura
porque en vano lo trato y no me explico,
al darte a conocer mi desventura.
Si alguna vez me voy, cuando me vaya,
no quisiera sentir lo que ahora siento...
¡Esta angustia anormal que me desmaya
y algarete me mueve como el viento!.
Si alguna vez "adios", decir debiera
a los seres vivientes que tanto amo,
que el "adios" para todos yo quisiera,
sólo fuera el recuerdo de un reclamo.
Un reclamo de amor sublime y puro,
como aquel que en unión nos ha tenido,
como aquel que transmuta todo apuro
en motivo de orgullo consentido.
Si alguna vez me voy, que mi recuerdo
produzca placidez y brinde calma,
que vuelva el destino en acto cuerdo
y sea de la bondad brillante flama.
Si alguna vez me voy, -cajón de palo,-
con ánimo cabal, cuerdo y sereno,
les confieso que fui bastante malo...
...Soñando por ustedes en ser bueno!
¡Oh, pálida luna, que en la noche vagas
regando tu llanto de argentina luz,
tú que siempre mi alma de nostalgia embriagas
y llevar me has visto mi pesada cruz.
vuélvete clemente para mi dolor
y préstame un rayo de tu luz divina
que llegue hasta el lecho donde esté mi amor.
Que se filtre suave, como una caricia,
entre los cristales de su ventanal
y al estar ya dentro de su alcoba regia
que se ponga al lado de mi caro ideal.
Si la ve dormida...Que le deje un beso
en su tersa frente que soñando está...
y sólo un recuerdo que le deje impreso,
del que por amarla padeciendo vá.
Si despierta se haya, porque duras penas
en su pecho aniden causándole mal,
dale con tu rayo mil caricias buenas
que le alivien presto, su ser virginal.
Como todo pasa y es débil la carne,
acaso en brazos de otro amor la encuentres,
mas no mal la juzgues, ni el hecho te escarne,
que son cuando se aman dos pechos ardientes.
Y si acaso luna, ¡Que Dios no lo quiera!
entre bellas flores dormida la ves,
ya no te separes de su cabecera
y ya no me busques...Porque muerto habré.
Y cuando a la fosa su cadáver lleven,
y la dejen sola bajo el mármol frío,
Tú, nunca la dejes, ¡Oh, pálida luna!
y baña su fosa con tu llanto triste,
que ha de ser tan triste...Cual si fuera mío.
Ahora que te vas, que puedo darte
si nada tengo de ofrecerte digno,
te marchas, no puedo acompañarte,
seguirá cada quien con su destino.
Empiezas a vivir siendo tu dueña,
responsable hasta el fin de tus acciones;
tendrás la libertad que el alma sueña
y en tus actos tendrás satisfacciones.
De tí misma eres ya dueña y señora:
Fracasar o triunfar, de ti depende,
tendrás la dicha que el mortal añora
o la pena ancestral que nadie entiende!.
mgl
TIEMPO
Tiempo que te tardas tanto
tiempo que otras veces vuelas
no pretendes provocar el llanto
que calmas cuando raudo vuelas.
Hoy quiero que camines presto,
-después quisiera que camines lentto-
preciso urgente recobrar mi puesto
que haber perdido confundido siento.
Vuela tiempo sin descansos fijos
aunque dejes pedazos de tu ser,
hazlo pensando que veré a mis hijos
y a mi esposa tierna como gran mujer.
mgl
¡TRISTEZA...!
¡Tristeza...! Buenos días tristeza mía-.
Siempre fiel, solo a ti te veo a mi lado...
Te guardas en mi pecho todo el día
y velas por la noche mi pasado...
Me sigues en mi lóbrego sendero
con ternura y bondad como una hermana;
con cariño y aprecio verdadero,
con nobleza, más noble, que la humana.
Me acompañas en todas mis congojas,
pero callas discreta mi quebranto...
Cuando miras mis faltas te sonrojas,
pero guarda tu seno el desencanto.
No pregonas mi falta de entereza
ni te asusta mi loca fantasía
ni te enoja que diga, mi tristeza,
que siento tu presencia sólo mía.
Si de algo mi jactancia siente orgullo
ha de ser de saberte siempre fiel...
Ha de ser de saberme siempre tuyo
y gozar la amargura de tu hiel.
Era un muerto que viajaba, sin saber a donde ir,
cuyos labios se cerraron para nunca sonreir;
solo estaba, conocidos no tenía;
era un muerto... ¡Solo un muerto que vivía!
En un mundo tan extraño, más extraño se sintió
y al pensar en otro mundo, otro mundo nunca vió;
¡Pobre muerto! Ni su origen conocía;
era un muerto... ¡Solo un muerto que vivía!
Sin saber lo que pensaba, de pensarlo se cansó
buscó un sitio de reposo y ese sitio no encontró;
¡Nada supo! Ignoraba si dormía,
era un muerto... ¡Solo un muerto que vivía!
Ya los años que viajaba completaron treinta y tres
y provecho de los viajes nunca obtuvo, ni una vez;
lamentarse ¿para que le serviría?
¡Era un muerto!... ¡Solo un muerto que vivía!
Quiso entonces decidirse para no viajar jamás
y el lugar en donde estaba, lo repele mucho más.
¡Siempre errante, ningún sitio lo quería!
¡Era un muerto!... ¡Solo un muerto que vivía!
Una mujer comprensiva
un hombre no muy a tono
ella bondad excesiva
y él un tanto de abandono.
Ella, belleza por fuera
y alma bella que conviene,
-el hombre encontrar espera
lo que sabe que él no tiene-.
Amor sintieron al verse,
se unieron en matrimonio,
consecuencia de quererse,
salió asustado el demonio.
Porque seis hijos vinieron
con la pareja a formar
la familia en que vivieron
y que voy a presentar:
Ella, doña Teresita,
la que soporta el calvario
y el que el calvario sucita
se viene llamando Mario.
Los hijos son los que siguen,
-pura bendición de Dios,-
los que las penas mitiguen
en la vejez de los dos.
I
Alguien que ha sufrido mucho,
pero a triunfar está presto,
del que ni un lamento escucho,
es el noble Julio Ernesto.
II
Horacio, Martín Horacio,
grande en toda la acepción,
firme cual su pelo lacio
siempre puro corazón.
III
Si necesitas ayuda
consejos o comprensión,
Alejandro, sin más duda,
te dará su corazón.
IV
Ingenio, humildad, dulzura,
con verdad lo pienso y hablo,
no las tiene otra criatura
como las tiene Juan Pablo.
V
Irradiando fuerza y vida,
lo que al triunfo nos incita,
en su belleza prendida
se encuentra mi Teresita.
VI
Tierna cual madre pequeña,
bondadosa, bella y sana,
si en la enseñanza se empeña,
entonces, ella es mi Adriana.
* * *
Estos han sido los hijos
pero alguien falta en casa,
la que crea los acertijos
pero de buena se pasa:
La que ayuda en todo a todos
con su mansedumbre excelsa
la güera de buenos modos
que tiene por nombre Celsa.
* * *
Y ya porque terminemos
también pondremos en lista
dos cotorros que tenemos.
“bombero” y “paracaidista”,
canarios que pian ufanos,
periquitos australianos,
y nuestros perros humanos:
el “moni”, negro y sedoso,
el “veci”, bravo y tramposo
y blanco y fuerte y hermoso,
nuestro amigo “El capitán”.
7- II- 79.
Ya no siento en mi pecho los arpegios del triunfo,
ni siquiera las notas de sentida poesía...
Siento el pecho deshecho, siento el pecho difunto,
con dolencia lejana, con angustia no mía.
Ya no tengo siquiera la doliente amargura,
de saber que no tengo ni deseos de tener...
Siento el alma perdida en espesa negrura,
de lugares ignotos, donde no he de volver.
Ya no tengo placeres ni padezco dolores,
aunque tengo conciencia y razón para ver;
solo a veces presiento y me forjo temores
que estoy siendo en la vida lo que no debí ser.
mgl
VANA ILUSION
Donde una vez te he mirado
pretendo volverte a ver
porque estoy obsesionado
en revivir del pasado
lo que ya no puede ser.
Miro la gente como gira
la floresta en derredor
pero mi pecho suspira
porque entre ellas no te mira
como añora en su interior.
En cada vuelta quisiera
tu bello rostro encontrar;
que tu boca me dijera
un "hasta luego" siquiera
que pudiera contestar.
Mirar tus ojos quisiera
de esclarecido color
porque en tus ojos me viera
olvidando la quimera
que me ha forjado tu amor.
Quisiera mirarte al frente
como mística visión
y decirte lo que siente
mi engañado corazón.
Pero vano es el anhelo
de tan risoria ilusión
porque es castigo del cielo,
que perezca en su desvelo
mi dañoso corazón.
Página de poemas del autor; MARIO GARRIDO LECONA; se incluyen algunos datos de su biografía.
Las poesías (algunas con audio en mp3) que contiene son:
A mi amigo selen, a mi hijo, a mi hija, a mi padre, a tu manera, acróstico, adelante, al mar, angustia, aquí te miro señor, calla corazón, cansancio, carta a mi hijo, cautivo, con las manos vacias, con los ojos, confesión, consejo para mis hijos, cuando miro tus ojos, descenso, despedida, disculpa, doctora, duda de amor, el gallo de churubusco, elegia, elegias, elegias a Dios N. S, falsa belleza, gracias, idilio lastimero, juventud, leyenda de San Lunes, lamento, lirio, lo que quiero, madrigal, mi amor, mi corazón y un pobre verso, mis amigos, nada he de poder decirte, no me caso, no quisiera morir, noche, oración de amor, para mis hijitos, para nacer que trabajo, para tí hoy que naces, pecado, pensando en tus amores, pobre árbol, profunda tristeza, promesa, que dolor tan intenso, que rara sensación, ruego, seguro que se quien soy, si alguna vez, si tienes tiempo lector, súplica a la luna, súplica a los ojos, te vas, te vas tan poco a poquito, ten fé, tiempo, tristeza, un consejo, un consejo el 10 de mayo, un cuento, un ensayo y nada más, un niño que llora y grita, un paseo inolvidable, una familia mi familia, una semana santa, vacio, vana ilusión, vida que me das tristeza, yo no se si mal entiendo. Haga su selección sobre los botones de la izquierda.
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Mario Juan Garrido Lecona, Nacio el 8 de febrero de 1928, murio en la Cd. de México el 10 de febrero de 1985. Hijo del Sr Ernesto Garrido Cuevas y la Sra. Guadalupe Lecona . DATOS BIOGRAFICOS EN CONSTRUCCION.