LOS SUEÑOS DE LOS NIÑOS.
Todos son suficientemente buenos, todos tienen la razón, todos tienen derecho a un hogar y una cálida cama en la noche.
Todos necesitan a un amigo, todos necesitan su espacio, todos son creados iguales, así que: ¿ Por que las razas humanas ?
Tal vez nuestro único problema es que algunos se niegan a ver, no todos son el problema, el problema somos tú y yo.
Así que trabajemos juntos, como equipo tú y yo, podremos construir nuestro mundo y hacer que nuestros sueños se vuelvan realidad.
Jody Suzanne Waitzman (13 años)


ORACION DE UN PADRE
Dame, Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es debil, y lo bastante valeroso para enfrentarse a sí mismo cuando sienta miedo.
Un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota, y humilde y magnánimo en la victoria.
Dame un hijo que nunca doble la espalda, cuando deba erguir el pecho. Un hijo que sepa conocerte a Ti... y conocerse a sí mismo, que es la piedra fundamental del conocimiento.
Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos.
Y ahí, déjalo aprender a sostenerse firme en la tempestad, siempre con ideales altos.
Un hijo que se domine a sí mismo antes de pretender dominar a los demás; un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca se olvide del pasado.
Y después de lograr todo eso, agrégale, te lo suplico, suficiente sentido del humor, de modo que pueda ser siempre serio, sin tomarse a sí mismo demasiado en serio.
Dale humildad para que pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera grandeza, la imparcialidad de la verdadera sabiduría y la mansedumbre de la verdadera fuerza.
Entonces yo, su padre me atreveré a murmurar: ¡No he vivido en vano!
Atribuido a Douglas McArthur
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PAPA SE HA IDO.
Querido hijo:
Yo también, como tú, un día me hinqué a suplicarle al Todopoderoso que salvara a mi papá. Nunca tuve palabras para explicarte aquello porque ni yo misma lo entendía; no entraba en el entendimiento de tu incipiente juventud ni en mi madurez de madre. ¿Qué había pasado?...
El estupor, la sorpresa, el dolor, el vacío, de repente para quienes lo amábamos.
El mundo se detuvo, todo se volvió gris, inconsistente, nada valía la pena, tu papá se había ido. Sucedió lo que nadie imaginaba; moría sin que la ciencia hubiera podido hacer algo.
Y yo no te pude explicar nada.
Tu escuela perdida, tu mente distraída, tu interés muy pobre, eras como una frágil barca en medio de un océano; el vacío y la tristeza habían hecho presa de nuestros corazones.
Cuando él se fue, yo le prometí que sacaría adelante a mis tres tesoros, lo más grande y lo más bueno de nuestro matrimonio.
Hoy, años después, nuestra herida es diferente.
Ahora somos más fuertes, su recuerdo es más amable, ya nos atrevemos a recordarlo en voz alta; no mucho, todavía, pero ya nos atrevemos a hacerlo.
Los caminos de Dios nunca son como nosotros queremos; siempre son como deben ser.
Por ello ten presente a Dios en tu cotidiano andar y estoy segura de que, no importa el tiempo que pase, algún día lo entenderemos.
Maricarmen Cantú de Murrieta
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QUERIDO PAPA
Desde hoy no estarás conmigo, pero no por eso quiero dejar de decirte lo que siento. Me he dado cuenta, papá, que en mi vida te di las gracias por tantas cosas que hiciste por mí, pero jamás te agradecí por lo que me enseñaste sin decir palabras, en silencio, con tu ejemplo de todos los días y, sobre todo, en estos últimos años de enfermedad.
Primero aprendí de ti la Fe en Dios, pues pusiste tu vida y tu confianza en sus manos, y en los momentos más difíciles te refugiaste en El por medio de la oración. Aprendí a vivir con esperanza, sin desesperar, pensando que detrás de una nube negra siempre brilla el sol.
Tu fortaleza y tu gran fuerza interior han sido mi ejemplo y mi guía, por que supiste tomar tu Cruz con entereza, sin vacilar ni desfallecer. Luchaste sin descansar, nunca te dejaste caer aún ante tanta adversidad.
Me enseñaste a sufrir en silencio, sin molestar, sin buscar dar pena a los demás. Buscaste n cambio el cariño de tu familia y de tus amigos más cercanos. Nos mostraste cómo se lleva el dolor con dignidad y cómo este eleva el espíritu y nos hace crecer en el amor a los demás, pero sobre todo, a Dios. Con tu enorme voluntad me demostraste que no existen límites para lo que realmente se quiere lograr, que se puede cambiar el rumbo, que se pueden mover montañas cuando no te das por vencido.
Aprendí que el optimismo no es creer que todo es bueno y maravilloso, sino decir “bien” aún cuando se esta mal, el pensar que las cosas pueden ir por un mejor camino aun cuando el futuro se ve incierto.
Y por último me enseñaste a perdonar a mis enemigos, a tenderle la mano a quien lo necesita sin reserva alguna, sin esperar recompensa ni ningún tipo de reconocimiento; me enseñaste de la generosidad y del amor incondicional...
Lo cierto, papá, es que al irte te llevaste tantas cosas, pero ahora me doy cuenta de que me dejaste mucho, mucho más. Te quiero, papá, vivirás siempre en mi corazón y en mis recuerdos.
Maria Asunción Aramburuzabala
(dos días después de la muerte de su padre)
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SORPRESAS ESCONDIDAS
Me preguntaban si creo que el “sexo informal” es malo. Dado que no creo que haya una moralidad para la mujer y otra para el hombre, les contesto a ambos: “No creo que exista el sexo informal”.
Para mí esas palabras no pueden usarse juntas, es como hablar de un diamante barato o de una película aburrida de Charles Chaplin.
Para mí, el fusionarse, es dar a alguien el regalo más grande que se tiene y que, en cierto sentido, jamás puede ser recuperado.
Como es nuestro propio cuerpo el que damos, es un regalo en que tenemos control, algo que es realmente nuestro.
No puedo imaginar cómo a ese regalo se le podría llamar informal.
Recibir un regalo de este tipo tampoco puede ser informal.
Cuando nos damos tan plenamente estamos diciendo quienes somos y deberíamos estar diciendo lo que pensamos y sentimos de la persona a quien nos damos...
En mi adolescencia escuchaba a muchachos presumidos acerca de sus logros sexuales. En una sociedad que tendía a premier las habilidades escolares y deportivas, y en donde ellos no sobresalían, su sexualidad los hacía sentirse superiores. Era la forma de ser alguien. Después vi que muchos eran sólo palabras.
La sexualidad es un poder y con ello va mucha responsabilidad.
Tener relaciones sexuales no puede compararse con las cosas informales que hacemos, sino con el regalo más preciado que podemos soñar para dar a la persona que más amamos.
En la poca asesoría que he dado en mi vida, he conocido a tantas personas jóvenes verdaderamente maravillosas que desearían -- demasiado tarde—haber tenido el valor para decir “No” la primera vez.
Recuerden que hay millones de aspectos de la personalidad y de la vida de cada uno y con muchas sorpresas escondidas para explotarse, sin involucrarse en el fuerte compromiso del sexo.
Rembert G. Weakland
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