LA CARTA DE JESÚS
Madre querida:
Por primera vez, después de muchos siglos, te escribo una carta.
En mi tiempo no se acostumbraba celebrar el día de la madres...
Realmente es una buena idea, lástima que este recuerdo se esté convirtiendo en un instrumento de millonarias ganancias de comerciantes.
Este día, todos los hijos agradecidos expresan su cariño: ¡ Felicidades Mamá ¡... Yo solo quiero decirte que me siento orgulloso de ti. Desde que mi padre te creó y para ser mi madre en la Tierra y te dio el dulce nombre de Maria., me llené de alegría.
Ibas a estar siempre a mi lado, no me hubiera gustado ser hombre sin tener una madre como tú, a quien amar y de quien ser amado, gracias por el sí que diste a Gabriel. Tu aceptación hizo posible que tuviera un cuerpo que me acompañara hasta el final, en donde en un momento de angustia exclame: “¿ Para que me has abandonado?” Tu presencia maternal al pie de la Cruz mitigó mi dolor y fue consuelo hasta el fin.
Mucho antes que los hombres te llamaran “ Madre amada y admirable", lo fuiste para mi en todo momento. Tu fidelidad y la voluntad de mi Padre fue “causa de alegría” a mi paso por la Tierra.
¡ Gracias Madre ¡ porque estuviste siempre a mi lado. Una cosa me apena: Desde lo alto de la Cruz, dije a mis hermanos que tú serías en adelante su Madre, no podía dejarles mejor herencia, tú eras mi más grande tesoro. Por eso lamento que todavía muchos hombres no te invoquen, ni se acojan a tu protección maternal. Frente a las adversidades de la vida puedes darles ánimo para seguir luchando.
Cómo me gustaría que todos volvieran sus ojos y su corazón hacia ti, para tener la luz y el consuelo que necesitan en su camino. La amorosa presencia de una madre comunica fuerza y amor por la vida.
El sufrimiento, la soledad y el dolor sin esperanza que parecen adueñarse del mundo, se aliviarían si los hombres se acercaran a ti, Madre de Misericordia,. Otra sería su realidad si te invocaran y trataran de seguir tu ejemplo de fidelidad a la voluntad de mi Padre.
¡ Madre, si los hombres te olvidan, tu no te olvides de ellos! ¡Continúa intercediendo ante mí por su eterna salvación! A nombre de mis hermanos que no te recuerdan, ¡Feliz día de las Madres! Y te digo nuevamente: “He aquí a tu hijo...” Y repito a todos los hombres: “He ahí a su Madre...”
Anónimo.
Subir


LA MAMA MAS MALA DEL MUNDO
Yo tuve la mamá más mala del mundo; mientras que los otros niños no tenían que desayunar antes de salir a la escuela, yo tenía que comer todo el cereal, el huevo y el pan tostado. Cuando los demás niños tomaban refrescos gaseosos y dulces para el almuerzo, yo tenía que conformarme con comer siempre lo mismo: emparedado y jugo.
Mi madre siempre insistía en saber todo lo que hacíamos; en saber donde estábamos, parecía que estábamos encarcelados: tenía que saber quienes eran nuestros amigos y lo que estábamos haciendo.
Insistía en que, si decíamos que íbamos a tardar una hora en volver, solamente tardaríamos una hora.
Me da vergüenza admitirlo, pero tuvo el descaro de romper la “Ley contra trabajo de niños menores”, e hizo que laváramos los trastes, tediéramos camas, aprendiéramos a cocinar y muchas cosas más, igualmente crueles, y hasta creo se quedaba despierta por la noche pensando en las cosas que podría obligarnos a hacer, tán sólo por molestarnos: “que lávate los dientes, cepíllate el cabello, ponte a estudiar” y muchas cosas más.
Siempre insistía en que dijéramos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Así, entre tanta crueldad, transcurrió mi infancia.
Pero cuando llegamos a la adolescencia y fue más sabia, nuestras vidas aún se hicieron más miserables. Nadie podía tocar el claxón para que saliéramos corriendo, nos avergonzaba hasta el extremo de obligar a nuestros amigos a llegar hasta la puerta de la casa para preguntar por nosotros.
Mi madre fue un completo fracaso: ninguno de nosotros ha sido arrestado, cada uno de mis hermanos ha servido en alguna misión y también ha servido a su patria. Y ¿a quien debemos de culpar de nuestro futuro?
Tienen razón, a nuestra “mala madre”.
Verán de lo que nos hemos perdido:
Nunca hemos participado en una demostración de actos violentos y miles de cosas más que hicieron nuestros amigos.
Ella nos hizo convertirnos en adultos educados y honestos.
Ahora, usando esto como ejemplo, estoy tratando de educar a mis hijos de la misma manera. Estoy llena de orgullo cuando mis hijos me dicen que soy mala y doy gracias a Dios por haberme dado a la “Mamá más mala del mundo”.
Anónimo
Subir
LAS MANOS DE PAPA.
Llego la hora de ir a la cama, de serenarnos. Tomé a uno de mis chicos de la mano... y al asirlo con fuerza, que extraña visión: ¡Mis manos... se veían como las de papá!
Recuerdo bien esas viejas manos deformes, siempre había una uña rajada o dos; y gracias a un martillo que no atinaba en su objetivo, ¡El pulgar adquiría un bello tono azul!
Eran ásperas, lo recuerdo, increíblemente recias, tan fuertes como el oficio de ser carpintero; pero en la noche, tomando de la mano a un pequeño temeroso....¡Me parecían lo más hermoso!
La vista de esas manos,..qué impresión causaba en los ojos del pequeño; las manos de otros padres eran más limpias, parecía (ejercían trabajo de oficina).
En mis años de formación pensé poco en el porqué de la aspereza de las manos de papá: ¡El amor al trabajo pesado, el polvo y el aceite, cañerías oxidadas que dieron a esas manos la destreza!
Pensando en el pasado, con ojos empañados, y pensando en el futuro, cuando un día mi tiempo haya concluido.
La antorcha de amor en mis propias manos arrugadas pasará a las manos de mi hijo.
No importan las contusiones, las cicatrices aquí y allá o el martillo que sólo parece resbalar.
Lo que más quiero cuando mi hijo me toma de la mano, es sentir que hay amor en el apretón.
David Kettler
Subir
LO MEJOR.
Poco has vivido aún y ya sabes qué es lo bueno; te será necesario vivir mucho, demasiado quizá, para enterarte de que es lo mejor.
Bueno es tener de sobra, y mejor sólo tener lo necesario; bueno es gozar la vida, y mejor aún conocerla; bueno es que te ayuden, y mejor triunfar solo; bueno es saber hablar, y mejor saber callar; buena es la adecuada compañía, pero es mejor poder estarse solo; bueno es vivir exento de trabajos, pero es mejor tenerlos; bueno es que te aplaudan, mejor aún que te señalen tus defectos; bueno es ser libre, pero es mejor la esclavitud del recto; bueno es que llegues a ser grande, pero es mejor aún que sigas siendo niño; bueno es que te amen, pero es mejor que ames tú; bueno es vivir sabiendo todo esto, y mejor aún vivir como ignorándolo.
No pretendas que las cosas ocurran como tú quieres. Desea, más bien, que se produzcan tal como se producen, y serás feliz.
Sabiduría popular árabe
LOS PADRES
Hace algún tiempo leí un artículo de Armando Fuentes Aguirre que me hizo reflexionar profundamente sobre ciertas actitudes que frecuentemente asumimos hacia nuestros padres.
El autor enfocó su mensaje al padre y, sin querer faltarle al respeto, lo he adaptada para ambos papá y mamá.
Estaban dos hombres jóvenes platicando y uno decía:
--Fíjate que mis padres me hablan mucho por teléfono, principalmente, creo, con el afán de platicar conmigo o de invitarme a que vaya a verlos para charlar un rato. Yo voy poco –agrego- ; ya ves cómo son los viejos: cuentan las mismas cosas una y otra vez. Además, ya ves cómo ando siempre... justo de tiempo; el trabajo, mi mujer, los amigos... en fin, tu sabes...
--Pues yo –comentó su compañero—pllatico mucho con mis padres. Cada vez que estoy triste voy con ellos. Si algo me sale bien, busco la forma de darme tiempo para platicárselo y compartir con ellos mi alegría. Cuando me siento solo... cuando tengo problemas y necesito fortaleza... acudo a ellos y me siento mejor.
--Caray – dijo el otro muy apenadoo-- , eres mucho mejor hijo que yo.
--No, hombre... soy igual – responndió el amigo con tristeza--. Visito a mis padres en el cementerio o hablo con ellos en espíritu... ellos murieron hace tiempo. Cuando vivían... como tú, tampoco iba a platicar con ellos. Sin embargo, ahora me hace falta su presencia y los busco ahora que ya se fueron.
--Platica con tus padres ahora quee los tienes --continuo diciendo--; no esperes a que esten en el panteón... como lo hice yo.
Los amigos se despidieron y el muchacho, en su automóvil, iba pensando en las palabras de su amigo. Cuando llegó a su oficina, saludó a su personal y como primera tarea del día dijo a su secretaría:
--Comuníqueme con mis papás.
Anónimo
Subir