Rugiente pasión ardía
en el alma del doncel;
fuera de Ella nada había
en el mundo, para él.
-¡Lo que a tu capricho cuadre
-dijo a su amada- lo haré;
si las joyas de mi madre
me pides, te las daré.
Y ella, infame como hermosa,
dijo en horrible fruición:
-¿Sus joyas? ¡Son poca cosa!
¡Yo quiero su corazón!
En fuego impuro él ardiendo
hacia su madre corrió
y al punto su pecho abriendo
el corazón le arrancó.
Tan presuroso volvía
la horrible ofrenda a llevar,
que, tropezando en la vía,
fue por el suelo a rodar.
Y brotó un acento blando
del corazón maternal,
al ingrato preguntando:
-Hijo, ¿no te has hecho mal?
COMO PESA EL AMOR
Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
se alzarán de nuevo
las yemas recién nacidas
de mi rojo corazón,
entonces, quizás,
oirás mi voz enceguecedora
como el canto de las sirenas;
te darás cuenta
de la soledad;
juntarás mi arcilla,
el lodo que te ofrecí,
entonces tal vez sabrás
cómo pesa el amor
endurecido.