Nació en Unión de Reyes, Matanzas, el 5 de abril. Abandonó los estudios a los 13 años de edad y trabajó como aprendiz de carpintero, en una fábrica de acero y en un taller ferroviario. En los años 1919 y 1920 publicó sus primeros poemas en El Fígaro, Castalia y Chic. En 1927 dio a conocer en el suplemento literario del Diario de la Marina el poema Salutación fraterna al taller mecánico, con el que se inicia la poesía de temática obrera en Cuba. Formó parte del consejo de dirección de la revista Masas, órgano de la Liga Antimperialista de Cuba. En 1935 fue condenado a seis meses de prisión, por razones políticas, junto con los demás integrantes del consejo de dirección de dicha revista. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía de Cuba en 1939 por su libro Más allá canta el mar. Ese mismo año apareció publicada su Antología poética (1918-1938). En 1955 publica el libro de versos El ciruelo Yuan Pei Fu, en el que rinde homenaje a sus ancestros chinos. Trabajó hasta 1959 en la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. Posteriormente fue consejero cultural de Cuba en la República Popular China y en México. En 1975 se reunió toda su poesía en el libro Obra poética, con un estudio introductorio de Félix Pita Rodríguez.
Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Regino_Pedroso http://www.cubaliteraria.cu/monografia/grupo_minorista/pedroso.html
CANTO A MI MARTILLO
¿Cuándo te cansarás
de golpear inútilmente
sobre tu duro piano de hierro?
Harto de tu cantar,
un día te arrojaré a la fragua
para hacer un juguete.
Eres fiel a mi vida,
mi hermano y compañero desde niño:
tu golpear fue mi canción de cuna,
contigo, en la esperanza y la fatiga,
he forjado la dura cadena de mis días
con largos eslabones de miseria.
Camarada en heroicas batallas del trabajo
que sobre el yunque dócil golpeando, golpeando,
golpeando,
doblegas el acero con recio canto entre las llamas;
repujas, recalcas, remachas,
forjas la rueda, la palanca, el puñal;
pero, aunque eres útil y fuerte,
un día te arrojaré a la fragua
para hacer un juguete.
Estoy enamorado de ese mágico espejo,
alargado y cortante,
que usan los hombres en la boca de sus fusiles,
y en donde se reflejan los astros , la mañana, el universo,
en bárbaros crepúsculos de sangre.
Y como de niño nunca supe de juegos,
ahora quiero reír, cantar, clamar también
con un grito más hondo y humano,
frente a esos hombres recios que juegan a la muerte:
¡Alto! ¡Alto! ¡Alto!
Y que mi grito quede
clavado en el inmenso corazón de la tierra.
Pero como tú eres dócil y humano,
laborioso y pacífico,
y tu canto de amor y justicia es inútil,
para hacerme ese duro cristal de acero que todo
lo refleja,
un día te arrojaré a la fragua...
¡y te haré bayoneta!
En mi cabeza había
blanca nieve de invierno.
De tantas primaveras
mustio estaba el ciruelo.
Ella pasó cantando
bajo el ramaje seco;
en sus ojos ardían
rosas de sol y fuego.
Ella pasó cantando
bajo el ramaje seco;
lo tocó, y en milagro
de iluminados pétalos
brotó la primavera
en el nevado invierno.
LA RUTA DE BAGDAD
I
Fue bajo el esplendor de una mañana
de sedas y de pálidos destellos;
cruzaba bajo el sol la caravana
al lento cabecear de los camellos.
Una dulce pereza musulmana
nos envolvía en su quietud, y bellos
los dedos de tu mano sultana
mesaban la pelambre de sus cuellos.
Sobre la ruta de Bagdad fue un día...
El amor en tus ojos florecía
sus fiebres locas, y a tus pies, vencido,
esclavo en tus pupilas fascinantes,
mis labios imploraron suplicantes
un amor sin la muerte ni el olvido.
II
Un amor sin la muerte ni el olvido...!
Y en tus pupilas, mi implorar en vano,
como en un mar de luz desconocido,
naufragaba en las ondas de lo arcano.
Agonizante el sol, en un lejano
crepúsculo de seda revestido,
con un rito hierático y profano
prestigiaba de gemas tu vestido.
Suntuosas tus diademas de amatistas
cantaron sus espléndidas conquistas
sobre el áureo fulgor de tus cabellos.
Y contemplaron, en glorioso alarde,
quebrarse ante sus ojos tus camellos
la pálida turquesa de la tarde.
III
Sedas de Esmirna, y oro, y pedrería
de un Oriente suntuoso y legendario,
te dieron su esplendor de orfebrería
con un remoto fausto milenario.
La púrpura de Tiro te envolvía
como en llamas, y mármol estatuario,
tu cuerpo en la liturgia se ofrecía
entre incienso y aromas de santuario.
Un sacerdote salmodiaba un rezo.
Tu boca -cáliz de oblación-, un beso
al dios alzaba como ofrenda muda.
Y ante el ara magnífica, postrada,
fue un manto de oro a tu esbeltez desnuda
la hermosa cabellera destrenzada.
IV
¿A dónde ibas? ¿Al Cairo? ¿Hasta Bassora?
¿A la lejana India? ¿En qué tranquila
ciudad maravillosa y seductora
soñaba misteriosa tu pupila?
Los altos minaretes, en la hora,
recortando en la luz su larga fila,
una ciudad de encanto, soñadora,
brindaron a tus ojos de sibila.
Cantaban tus esclavas, jubilosas:
Rebecas con sus ánforas preciosas;
los negros camelleros daban gritos...
Y a mi amor te entregaste toda entera
blanca y desnuda en voluptuosos ritos,
tendida sobre pieles de pantera.
V
Y fue final a mi ilusión tu viaje.
Alados toros, en un templo asirio,
te vieron, en rendido vasallaje,
con locura de místico delirio
Los ópalos, cayendo con tu traje
de tu cuello, ante el Baal de tu martirio,
llamearon fuego de ritual salvaje
sobre tu blanca desnudez de lirio.
Fue así más fuerte que el amor el fuego
sagrado de tu fe; inútil ruego
fue el correr de mis lágrimas tranquilas.
Enmudecía tu reír sonoro...
Y una visión de púrpura y de oro
moría sobre el mar de tus pupilas.
VI
Princesa de Bassora; deslumbrantes
tus collares, tus cofres y diademas,
cantaron como en bíblicos poemas
litúrgicos amores lujuriantes.
Como Belkiss, tus manos centelleantes
de sortijas fantásticas y gemas,
fueron sabias, amantes y supremas,
al amor y a tus blancos elefantes.
Sobre la ruta de Bagdad sus cuellos
hoy alargan, dolientes, tus camellos.
¡Nunca sus ojos tornarán a verte!
Pero en su marcha lánguida, sin prisa,
van soñando en el oro de tu risa,
en triste caravana hacia la muerte.
Oro, púrpura y raso; suntuosos cortinajes;
mantos cardenalicios y cabezas mitradas;
un cortejo de sedas los príncipes y pajes;
como fulgor de soles las manos enjoyadas.
Penden de las paredes las cruces , las espadas;
muestran regias las damas la albura de sus trajes;
fulgen de las pupilas , perversas, las miradas
desnudando las carnes detrás de los encajes.
Pasa Lucrecia, altiva, triunfante su belleza
de papal cortesana; soberbio en su realeza,
César Borgia, en el cinto la espada y el puñal,
asoma, y las gargantas en angustias se oprimen,
mientras sensual su boca sonríe bella al crimen,
al ver fulgir la púrpura de un rico cardenal.
PROMETEO
¡Pesa sobre mi vida, lejana, una tristeza
de no sé cuántos siglos! No sé qué ley atávica,
igual que a Prometeo, vencido me encadena
a un dolor milenario como a la roca trágica.
¿Refleja mi existencia pesares primitivos
que vienen de la oculta raigambre de mi raza?
¿De qué oscuro y remoto pasado que yo ignoro
llega a mi alma esta noche de angustia hereditaria?
¿Algún mi antepasado robóle el fuego al cielo?
¿De dónde mis tristezas e inquietudes amargas?
Pienso que en mí se cumple de un dios fatal castigo,
que aún saciará en mi sangre futura su venganza...
y estoy sobre la vida como el héroe titánico
en la roca, sintiendo deshechas mis entrañas.
SALMO DE LAS PUPILAS MISTICAS
Hoy tengo mis pupilas plenas de cosas bellas;
sólo por mis pupilas hoy he sido en la vida;
he visto sobre el cielo desnudas las estrellas,
y aquí, bajo los cielos, la tierra prometida.
Gracias te sean dadas, Señor, en las alturas,
por haber hoy mis ojos colmado de belleza;
por haberme llenado, Señor, de cosas puras,
embelleciendo mi íntimo paisaje de tristeza.
Por la pureza casta de mis pupilas buenas
-santas eucaristías de ensueño y eesperanzaporque
les diste hoy místicas alburas nazarenas,
en gracia a tus bondades, Señor, a Ti alabanza.
Sueñan sobre mis ojos cosas crepusculares;
deslumbramientos de oro, de púrpura suntuosa;
ensueños luminosos de mundos estelares,
y una visión más alta, Señor, de cada cosa.
Sonrisas, luz, perfumes y amor; todo he sentido
llegar a mis pupilas en armoniosas ondas;
y en un fluido etéreo mi yo se ha diluido,
y ha sido así partícula de cosas altas y hondas.
Como en Moisés, mis ojos estallan en promesas
de óptimos frutos, ricos en jugo y en dulzura;
y es Canáan, la tierra de amor y de belleza,
que surge ante mis ojos radiantes de ventura.
Pero yo sé que el claro Jordán que a mi alma asombra
no habrá de eternizarse, lustral, en mis pupilas;
pronto el destino oscuro, como un cielo de sombra,
enturbiará las aguas piadosas y tranquilas.
Por la negra amargura que les será el mañana,
Señor, cuando no miren la tierra prometida,
concédeles que puedan en su tristeza humana
el ver interiormente también bella la vida.
Concédeles la blanca visión de estos instantes
ya que en el mundo adversos les son amor y suerte;
por todas las miserias que tanto vieron antes,
y que verán quién sabe, Señor, si hasta la muerte.
¡Porque me diste hoy éxtasis de amor y de esperanza,
en gracia a tus bondades, Señor, a ti alabanza!
Aquí muriendo en agua corrompida,
desangrado, negado y perseguido,
venciendo al odio y tu puñal de olvido
mi voz se elevará sobre la vida.
En carne de verdad y angustia herida
sueño fui, dolor soy, amor he sido;
no vencerán mi ser estremecido
tu veneno, tu hiel , cárcel ni brida.
Por anchos cauces de un gran sueño humano
volará mi canción ; seco ni preso
por tu noche he de ser; aún más profundo,
sobre mentira cruel y odio inhumano,
con luz de alma y con blancor de hueso
contra ti mismo salvaré mi mundo.
II
Ante el alba de amor que está cantando
canción de eternidad en la mañana,
remo en mi nave, y mi voz quemando
desnuda su emoción en luz se ufana.
Por mares de amargura voy sangrando,
y hacia una inmensidad ancha y lejana,
la llama de mi vida va soñando,
más alta en su dolor y más humana.
Podrás hacer de mí ceniza o roca;
en mármol de opresión sellar mi boca;
vencer mi carne y apagar mi aliento.
Con hondura infinita, sobrehumana,
el hombre vencedor del sufrimiento
clamará con mi voz desde el mañana.
III
Frente a una lobreguez de oscuros cielos,
en ansias de otro mundo alcé mi lanza;
y quien bogó por mares de esperanza
vio en turbias olas naufragar anhelos.
Vida y clamor, en noches de desvelos,
lloraron siglos de desesperanza;
y ante esta sombra que al futuro avanza
el alma sólo ve miseria y duelos.
Mas en playa de azul el hombre espera
-¡árbol de luz, canción de primaveera!-
libre en olas de sol, desnudo y fuerte.
Mientras tú pasarás hacia la nada,
con tu noche, tu crimen y tu espada,
entre aguas turbias y mudez de muerte.
¡Y mi voz cantará sobre tu muerte!
Página de poemas del autor; REGINO PEDROSO ALDAMA, se incluyen algunos datos de su biografía.
Las poesías (algunas con audio en mp3) que contiene son: Canto a mi martillo, ella pasó cantando, la ruta de Bagdad, los Borgias, Prometeo, salmo de las pupilas místicas, y mi voz cantará sobre tú muerte.
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