Explicarte no puedo lo que siente mi alma,
sólo sé que he perdido desde entonces la calma;
sólo sé que al mirarte con la faz siempre mustia,
me contrista tu pena, me conmueve tu angustia,
y que anhelo ferviente mitigar tus dolores
como anhelan los ciegos ver la luz y las flores.
Sé que no eres dichosa,
que en tus noches sombrías
te atormenta el recuerdo de los plácidos días
de tu vida pasada de virtud e inocencia.
Sé que estás intranquila con tu vida presente
-porque sientes que quema una manccha tu frente.
Y si alguno te mira, sé que tienes verguenza,
que tu pecho suspira por las horas felices
de tu vida pasada,
cuando nada temías siendo buena y honrada.
A pesar de que el fango salpicó tu hermosura,
sé que tu alma conserva su inviolable blancura,
No eres mala; te asustaron los misterios del vicio,
como caen las hojas en los pálidos días
del otoño, arrancadas por el cierzo inclemente,
como caen las aguas que rebosan la fuente.
No eres mala; te asustaron los misterios del vicio
recibiendo con asco sus odiosas caricias,
Para ti es un tormento, para ti es un suplicio
otorgarle a cualquiera; de tu amor las delicias.
¡ Cuántas veces tus carnes, sonrosadas y tibias,
apagaron la fiebre de salvajes lascivias!
Y entretanto, fingiendo alegrías y calma
has reído, ¡has reído con la muerte en el alma!
¡ Pobrecita, no llores!
Aún es fácil que vuelvan otros tiempos mejores.
aún es fácil que vuelvas al honrado camino,
el que incauta dejaste por tu negro destino.
cesen ya tus agravios,
otra vez aparezca la sonrisa en tus labios,
torne a tu alma doliente la perdida ventura
y no apures el caliz de la cruel amargura
deja el lujo que oprime y marchita tu cuerpo,
con honrados percales te veras mas bonita.
Cuando ya no prefieras colgaduras y bronces
y tapices y encajes y perfumes, entonces,
ya veras que la dicha en tu faz se dibuja:
valen más que las joyas el dedal y la aguja,
valen más que el palacio donde el crimen habita,
una humilde casita.
unas manos callosas porque mucho trabajan;
valen más que los besos del que compra caricias,
valen más que las manos satinadas que ultrajan
unos labios honrados que te brinden delicias.
Deja pronto esa vida, vuelve a ser virtuosa
y tendrás paz y calma y serás venturosa
tus lágrimas seca,
y no escuches las voces de la gente maldita
que te arroja el dinero y te dice: ¡ten, peca!
¡Se feliz. pobrecita!...