A los 7 años escribió sus primeros versos conocidos. En 1881 ingresó a estudiar Literatura al Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá, pero no culminó sus estudios debido a la guerra civil de 1885. Julio mismo era un liberal convencido y a pesar de su difícil situación económica rechazó varias veces posiciones ofrecidas por el gobierno conservador, como un cargo en la Biblioteca Nacional o un consulado en el exterior. En 1905, el dictador Rafael Reyes «le aconsejó» irse del país, ante «la ola de murmullos contra él», que lo señalaban como «sacrílego, blasfemo y apóstata». Flórez marchó a Caracas, donde publicó Cardos y lirios y La Araña. Luego viajó por Centroamérica y México. En El Salvador publicó Manojo de zarzas y Cesta de lotos. El éxilio fue el trampolín del éxito, la fama de Flórez se hizo internacional y ocurrió lo inesperado: en 1907 su enemigo Reyes lo nombró segundo secretario de la Legación de Colombia en España y Flórez aceptó
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BODA NEGRA
Oye la historia que contóme un día
el viejo enterrador de la comarca:
era un amante a quien por suerte impía
su dulce bien le arrebató la parca.
Todas las noches iba al cementerio
a visitar la tumba de la hermosa;
la gente murmuraba con misterio:
es un muerto escapado de la fosa.
En una horrenda noche hizo pedazos
el mármol de la tumba abandonada,
cavó la tierra... y se llevó en los brazos
el rígido esqueleto de la amada.
Y allá en la oscura habitación sombría,
de un cirio fúnebre a la llama incierta,
dejó a su lado la osamenta fría
y celebró sus bodas con la muerta.
Ató con cintas los desnudos huesos,
el yerto cráneo coronó de flores,
la horrible boca le cubrió de besos
y le contó sonriendo sus amores.
Llevó a la novia al tálamo mullido,
se acostó junto a ella enamorado,
y para siempre se quedó dormido
al esqueleto rígido abrazado.
Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
en lo mucho que sufro pienses a solas,
si exhalas un suspiro por mis pesares,
mándame ese suspiro sobre las olas.
Cuando el sol con sus rayos desde el oriente
rasgue las blondas gasas de las neblinas,
si una oración murmuras por el ausente,
deja que me la traigan las golondrinas.
Cuando pierda la tarde sus tristes galas,
y en cenizas se tornen las nubes rojas,
mándame un beso ardiente sobre las alas
de las brisas que juegan entre las hojas.
Que yo, cuando la noche tienda su manto,
yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,
te enviaré, con mis quejas, un dulce canto
en la luz temblorosa de las estrellas.
Voz de perlita MORENA
DESHIELO
Nunca mayor quietud se vio en la muerte;
ni frío más glacial que el de esta mano
que tú alargaste al espirar, en vano
y que cayó en las sábanas, inerte.
¡Ah... yo no estaba allí! Mi aciaga suerte
no quiso que en el trance soberano,
cuando tú entrabas en el hondo arcano,
yo pudiera estrecharte... y retenerte.
Al llegar, me atrajeron tus despojos;
cogí esa mano espiritual y breve
y la junté a mis labios y a mis ojos...
Y en ella, al ver mi llanto que corría,
pensé que aquella mano hecha de nieve
en mi boca al calor... se derretía.
EL DIAGNOSTICO
En el sucio rincón de una taberna
fría y desmantelada,
semejante a una lóbrega caverna
Jorge, el más antiguo camarada,
una noche lluviosa nos decía
furioso, hecho una sopa.
Ha tres meses que a la adorada mía
la juré no tomarme ni una copa.
EIla, en cambio, postrándose de hinojos,
con un amor profundo,
juróme por la niña de sus ojos,
serme fiel y constante en este mundo.
Y esta noche, ¡ Dios mío!,
en qué apretura me he visto
y en qué potro;
esa mujer a quien soñé tan pura
la encontré besándose con otro.
Mas no importa; vosotros, compañeros,
que sabéis que yo pago la infamia
como pocos caballeros,
mi juramento cumpliré,
¡ni un trago!
Y al decir esto,
por su pestaña rubia
brilló una gota clara
una gota que luego fue una lluvia
que rodó largo tiempo por su cara.
Y era verdad:
en más de treinta días
no habíamos logrado
en todas nuestras bellas alegrías
hacer beber al noble enamorado.
Mas de pronto el buen Jorge irguióse altivo,
dióse un golpe en la frente
y exclamó a su pesar: -¿Para qué vivo?
si ella mintió.. ¡ Salud! ¡ Dadme aguardiente!
La copa alzó, brindó por el dios Baco,
lanzó una carcajada,
Y rodó por el suelo, como un saco,
rígido y mustio el joven camarada.
-Grande fue la sorpresa...
en un momento estuvo en nuestros brazos;
al ver tal expresión de sentimiento
de aquel corazón hecho pedazos,
Un médico gritamos;
por Ventura un médico pasaba,
entró tocole el pulso con premura
y en tanto que a su faz infulas daba...
exclamó alegremente: "Esto no es nada"
nada... ¡Pobre muchacho!
que le traigan café mientras reposa,
y lo dejen dormir. ¡Está borracho!"
Hermosa y sana, en el pasado estío,
murmuraba, en mi oído, sin espanto:
-Yo quisiera morirme, amado mío;
más que el mundo me gusta el camposanto.
Y de fiebre voraz bajo el imperio,
moribunda, ayer tarde, me decía:
-No me dejes llevar al cementerio....
¡Yo no quiero morirme todavía!
¡Oh señor...y qué frágiles nacimos!
¡Y que variables somos y seremos!
¡Si la tumba está lejos...la pedimos!
!Pero si cerca está...no la queremos!
IDILIO ETERNO
Ruge el mar, y se encrespa y agiganta:
la Luna –ave de luz-, prepara el vuelo
y en el momento en que la faz levanta,
da un beso al mar y se remonta al cielo.
Y aquel monstruo indomable que respira
tempestades y sube y baja y crece,
al sentir aquel ósculo suspira,
en su cárcel de rocas se estremece.
Hace siglos que de lejos
tiemblan de amor en noches estivales:
ella le da sus límpidos reflejos.
él la ofrece sus perlas y corales.
Con orgullo se expresan sus amores
estos viejos amantes afligidos.
Ella le dice: - ¡Te amo!- en sus fulgores,
El responde:-¡Te adoro!-en sus rugidos.
Ella lo duerme con su lumbre pura
y el mar la arrulla con su eterno grito,
y le cuenta su afán, y su amargura
con una voz que truena en lo infinito.
Ella, pálida y triste, lo oye y sube
por el espacio en que su luz desploma,
y velando la faz tras de la nube,
le oculta el duelo que en su frente asoma.
Comprende que su amor es imposible,
que el mal la espía en su convulso sueño,
y se contempla en el cristal movible
del monstruo azul en que retumba el trueno.
Le grita el mar:-¡ en tu fulgor me abraso!
¡no te alegues tan pronto, estrella mía,
y al descender tras de la sierra fría,
estrella de mi amor, detén el paso!.
¡Un instante mitiga mi amargura
ya que en tu lumbre sideral me bañas...!
¡no te vayas! ¿no ves tu lumbre pura
brillar en el azul de mis entrañas?
Y ella exclama en su loco desvarío:
-por doquiera la muerte me circundda;
detenerme no puedo, monstruo mío
¡compadece a tu pobre moribunda!.
¡Mi ultimo beso de pasión te envío,
mi casto brillo a tus semblante junto!
¡y en las hondas tinieblas del vacío,
hecha cadáver se desploma al punto!.
Entonces el mar, de polo a polo
al encrespar sus ondas plañideras,
inmenso, triste, desvalido y solo,
cubre con sus sollozos las riveras.
Y al contemplar los luminosos rastros
de la alba luna en el obscuro velo,
tiemblan de amor los soñolientos astros
en la profunda soledad del cielo.
Todo calla. el mar duerme y no inoportuna
con sus gritos salvajes de reproche,
y sueña que se besa con la luna
en el tálamo negro de la noche.
Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
extático de emoción,
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;
¡te equivocas, te equivocas!,
fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.
Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.
Y entonces, cuando rendida
ofrezcas toda tu vida
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,
¿sabes tú lo que haré en esos
momentos de indignación?
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!
Algo se muere en mí todos los días;
la hora que se aleja me arrebata,
del tiempo en la insonora catarata,
salud, amor, ensueños y alegrías.
Al evocar las ilusiones mías,
pienso: "¡yo, no soy yo!" ¿por qué, insensata,
la misma vida con su soplo mata
mi antiguo ser, tras lentas agonías?
Soy un extraño ante mis propios ojos,
un nuevo soñador, un peregrino
que ayer pisaba flores y hoy... abrojos.
Y en todo instante, es tal mi desconcierto,
que, ante mi muerte próxima, imagino
que muchas veces en la vida...he muerto.
TU NO SABES AMAR
Tú no sabes amar. ¿Acaso intentas
Darme calor con tu mirada triste?
El amor nada vale sin tormentas,
Sin tempestades el amor no existe.
¿Y con esa frialdad dices que me amas?
No, no es amor lo que hacia mí te mueve
El amor es un sol hecho de llamas
Y en los soles jamás cuaja la nieve.
El amor es un volcán, es un rayo, es lumbre,
Y debe ser devorador, inmenso;
Debe ser huracán, debe ser cumbre,
Debe alzarse hasta Dios como el incienso.
Pero tú, Juzgar que el amor es frío,
Que ha de vivir en corazones yertos;
Con tu anémico amor, anda, bien mío,
Anda al osario a enamorar a los muertos.
TUS OJOS
Ojos indefinibles, ojos grandes,
como el cielo y el mar hondos y puros,
ojos como las selvas de los Andes:
misteriosos, fantásticos y oscuros.
Ojos en cuyas místicas ojeras
se ve el rostro de incógnitos pesares,
cual se ve en la aridez de las riberas
la huella de las ondas de los mares.
Miradme con amor, eternamente,
ojos de melancólicas pupilas,
ojos que semejáis bajo su frente,
pozos de aguas profundas y tranquilas.
Miradme con amor, ojos divinos,
que adornáis como soles su cabeza,
y, encima de sus labios purpurinos,
parecéis dos abismos de tristeza.
Miradme con amor, fúlgidos ojos,
y cuando muera yo, que os amo tanto
¡verted sobre mis lívidos despojos,
el dulce manantial de vuestro llanto!
Página de poemas del autor; JULIO FLOREZ ROA, se incluyen algunos datos de su biografía.
Las poesías (algunas con audio en mp3) que contiene son: Boda negra, cuando lejos, deshielo, el diagnostico, humana, idilio eterno, reto, resurrecciones, tú no sabes amar, tus ojos.
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