Poeta, activista intelectual del nacionalismo católico, juez, ensayista, biógrafo burlón y aforista vitriólico, quizás en ese orden. Y fue, ante todo, un creyente que juzgaba a hombres y acontecimientos según la actitud demostrada ante la fe y las sagradas escrituras. La fe de siempre, porque el Dios sentimental erigido a imagen y semejanza del hombre moderno le parecía una débil maqueta del verdadero. Quizás la Edad Media, época a la que defendió y ensalzó, fuera el tiempo en el que le hubiera gustado vivir, en tanto la imaginación social y la disposición intelectual de Anzoátegui contienen a un cruzado. Su catolicismo era tradicional y tradicionalista, muy lejano, opuesto en verdad, de las renovaciones del dogma que el Concilio Vaticano II promovió en la década de 1960 y que fuera objeto de su animadversión. Y ya en tren de rechazos, también le repelían Lutero, Calvino, Mahoma, el Sanedrín y Buda, e incluso Fray Bartolomé de las Casas, pues Anzoátegui no era hombre de medias tintas.
Nota: Puede existir confusion de nombre con su hijo Ignacio Anzoátegui. Nacido en 1935 y fallecido el 20 de julio de 2009 http://www.elinterpretador.net/18ChristianFerrer-ElCruzado.htm
MASI
Qué va a pasar conmigo cuando mueras,
qué quedará de mí cuando te vayas;
con quién me abrazaré cuando la pena
recorra las cavernas de mi alma.
Entonces no sabré si la materia
es cosa real o soledad pintada,
o sueño nada más, o nube entera
lo que quede, mi amor, cuando te vayas.
Quedará el tiempo en un reloj de arena
y una valija con mis versos de agua,
y las pinturas que pinté de veras
sólo, mi amor, porque conmigo estabas.
Y que parte de mí se irá contigo
en el viaje larguísimo del alma.
Qué armas hallaré en los arsenales
para sobrellevar mi circunstancia.
Si estando ahora aquí, luchando juntos,
se mueven dentro mío estos fantasmas,
qué va a pasar conmigo cuando mueras,
que quedará de mí cuando te vayas.