Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela Mistral.
Es la primera persona latinoamericana y primera mujer americana en ganar el Premio Nobel de Literatura, el cual recibió en 1945. Algunos de sus galardones son: El 10 de diciembre de 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura de manos del Rey Gustavo V de Suecia. Con este galardón se convirtió en el primer literato latinoamericano en recibir el Nobel. En la ceremonia de entrega del galardón se la llamó "reina de la literatura latinoamericana".
En 1947 recibió el Doctorado Honoris Causa del Mills College of Oakland, California.En 1951 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, Chile. Entre los muchos doctorados honoris causa que ella recibió, destacan los de la Universidad de Guatemala, la Universidad de California (Los Ángeles) y la Universidad de Florencia (Italia), por nombrar algunos. En 1954, la Universidad de Chile finalmente decidió ofrecerle también tal honor.
Es verdad, no es un cuento;
hay un Ángel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.
Tiene cabellos suaves
que van en la venteada,
ojos dulces y graves
que te sosiegan con una mirada
y matan miedos dando claridad.
(No es un cuento, es verdad.)
El tiene cuerpo, manos y pies de alas
y las seis alas vuelan o resbalan,
las seis te llevan de su aire batido
y lo mismo te llevan de dormido.
Hace más dulce la pulpa madura
que entre tus labios golosos estruja;
rompe a la nuez su taimada envoltura
y es quien te libra de gnomos y brujas.
Es quien te ayuda a que cortes las rosas,
que están sentadas en trampas de espinas,
el que te pasa las aguas mañosas
y el que te sube las cuestas más pinas.
¿ Como quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
¿ Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
hacia un ancla invisible las manos orientadas?
¿ O tú llegas, después de que los hombres se han ido,
y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
acomodas las visceras sin dolor y sin ruido
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?
El rosal que los vivos riegan sobre la huesa
¿no le pinta a sus rosas unas formas de heridas?
¿no tiene acre el olor, siniestra la belleza
y las frondas menguadas, de serpientes tejidas?
Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,
Por la mojada puerta de las hondas heridas,
¿entre la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?
¿ Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
¡ El éter es un campo de monstruos florecido?
¿ En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?
¿ O lo gritan, y sigue tu corazón dormido?
¿ No hay un rayo de sol que los alcance un día?
¿ No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
¿ Para ellos solamente queda tu entraña fría,
sordo tu fino oído, apretados tus ojos?
Tal el hombre asegura por error o malicia;
Más yo, que te he gustado, como un vino, Señor,
Mientras los otros sigan llamándote justicia
No te llamaré nunca otra cosa que amor!
Yo sé que como el hombre fué siempre zarpa dura,
La catarata, vértigo; aspereza la sierra,
Tú eres el vaso donde, se esponjan de dulzura
Los nectarios de todos los huertos de la Tierra!