Nació en una familia acomodada. Cursó los primeros estudios en Matanzas. Continuó su educación en Estados Unidos. Continuó su educación en Estados Unidos, a donde fue en compañía de su hermano Carlos Pío.
Siempre con él, regresó a Matanzas y se trasladó después a La Habana.
Al igual que su hermano colaboró en La Habana Elegante (1893-1895), El Fígaro (1893-1927) y Gris y Azul (1894).
En 1895 se comprometió con Elena Borrero, poetisa como su hermana Juana, la novia de Carlos Pío.
Domina, es su dominio la arena del combate,
la libertad su culto, su fe la rebelión;
forjado fue su espíritu que el miedo nunca abate,
en fragua de titanes, con alma de león.
La cólera divina, cual bélico acicate
que hostiga los gloriosos impulsos del campeón,
arma el potente brazo que a los tiranos bate
y rudo abre una senda de fuego a la Invasión.
El viene del Oriente; lo vieron las montañas
en sus enhiestas cumbres grabar fieras hazañas
con ímpetu soberbio, con fuerza colosal;
él viene del Oriente diezmando el vilipendio,
y en medio de las llamas, en medio del incendio,
deslumbra a la asombrada región occidental.
SIEMPRE TU...!
Ya lejanas, mi amor, muy lejanas
nuestras horas de dulce embriaguez,
he pedido al recuerdo sus alas
al pasado soñando volver.
He anhelado, cautivo, de nuevo
tu amoroso dominio sufrir,
y en la malla fugaz de un ensueño
estar cerca, muy cerca, de ti.
He querido, sediento, en mis labios
que aun conservan la dulce obsesión
de tus besos, sentir el engaño
de tus húmedos labios en flor.
Con el haz de tus crenchas sombrías
mi cadena de nuevo forjar,
y otra vez depender de tus risas,
Y otra vez con tu llanto llorar.
Nuevamente rendirme al influjo
que mi vida a tu vida enlazó,
y ampararte en el dulce refugio
que al regreso te dé el corazón.
Bajo el claro fulgor de tus ojos
redimir mi tristeza en la luz,
y sondear, prisionero en su fondo,
sus abismos velados de azul.
Evocando en la gracia de un vuelo
nuestras horas de dulce embriaguez,
he implorado su auxilio al recuerdo
al pasado queriendo volver;
y has tornado, mi esquiva adorada
amorosa y sumisa a mi voz,
que he sentido cruzar por mi alma
melancólicamente al dolor...!