Publica su primer libro de poemas, Misas herejes, en 1908. Comienza su vida poética con inevitables influencias que se delatan ya desde el título: ecos del satanismo de moda, de raíz baudelairiana, en esa reducción ad absurdum del misticismo por la paradoja, misas y herejes. Casi todo es herencia y retórica de escuela en este libro, dividido en 5 secciones, de clara tendencia modernista. Luego vienen El alma del suburbio y La canción del barrio en la cual operan todos los arquetipos que constituirán su mitología personal y porteña tanguera, donde de destacan los guapos, los cafés, el barrio, etc. Todos ellos publicados póstumamente. Una calle de la ciudad de Buenos Aires en el barrio de Palermo lleva su nombre en su homenaje
Sí, vecina: te puedes dar la mano,
esa mano que un día fuera hermosa,
con aquella otra eterna silenciosa
«que se cansara de aguardar en vano».
Tú también, como ella, acaso fuiste
la bondadosa amante, la primera,
de un estudiante pobre, aquel que era
un poco chacotón y un poco triste.
O no faltó el muchacho periodista
que allá en tus buenos tiempos de modista
en ocios melancólicos te amó
y que una fría noche ya lejana,
te dijo, como siempre: «Hasta mañana…»
pero que no volvió.
DETRAS DEL MOSTRADOR
Ayer la vi, al pasar, en la taberna,
detrás del mostrador, como una estatua…
Vaso de carne juvenil que atrae
a los borrachos con su hermosa cara.
Azucena regada con ajenjo,
surgida en el ambiente de la crápula,
florece como muchas en el vicio
perfumado ese búcaro de miasmas.
¡Canción de esclavitud! Belleza triste,
belleza de hospital ya disecada
quién sabe por qué mano que la empuja
casi siempre hasta el sitio de la infamia…
Y pasa sin dolor así inconsciente
su vida material de carne esclava:
¡copa de invitaciones y de olvido
sobre el hastiado bebedor volcada!
EL CLAVEL
Fue al surgir de una duda insinuativa
hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.
Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa…
Y, así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos
Mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido
la guillotina de tus nobles dedos.
LA SILLA QUE AHORA NADIE OCUPA
Con la vista clavada sobre la copa
Se halla abstraído el padre desde hace rato:
Pocos momentos hace rechazó el plato
Del cual apenas quiso probar la sopa.
De tiempo en tiempo, casi furtivamente,
Llega en silencio alguna que otra mirada
Hasta la vieja silla desocupada
Que alguien, de olvidadizo, colocó en frente.
Y, mientras se ensombrecen todas las caras,
Cesa de pronto el ruido de las cucharas
Porque insistentemente, como empujado
Por esa idea fija que no se va,
El menor de los chicos ha preguntado
Cuándo será el regreso de la mamá.
Página de poemas del autor; EVARISTO CARRIEGO, se incluyen algunos datos de su biografía.
Las poesías (algunas con audio en mp3) que contiene son: Como aquella otra, detras del mostrador, el clavel, la silla que ahora nadie ocupa.
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