Periodista, poeta, novelista y dramaturgo español. Estudió con los jesuitas, antes de instruirse en derecho y filosofía en la universidad. Se ubicó en la lírica modernista y neorromántica y en el drama histórico de corte poético con loas heroicas, que unos han querido ver como nostalgia patriotera-imperial y otros como crítica. En su desarrollo ideológico partió de postulados izquierdistas para ir pasando con el tiempo hasta posturas más conservadoras, compartiendo correspondencia y tertulia con los nombres más importantes de la intelectualidad española de la época: Miguel de Unamuno, Clarín, Benito Pérez Galdós o Federico García Lorca. Ha pasado a la historia literaria como la gran figura del drama histórico en los años cercanos a la Primera Guerra Mundial. Habría que añadir a esto su fecundidad como poeta que parte del modernismo catalán y una vida literaria muy amplia. De esta primera época poética destacan “Odas” (1900), “La vendimia” (1901) o “Églogas” (1902).
La casita escondía, entre rosales,
la humildad de su gracia acogedora;
la aldea apenas palpitaba en la hora
de las primeras nieblas matinales.
Desparramando un vuelo de pardales,
pasa la diligencia atronadora;
mira a la casa el estudiante y llora
su corazón, volando a los cristales.
Ella le ha visto; entreabre la ventana,
y una mirada azul en la mañana
pone el jirón de su saludo tierno...
Pasó hambre y frío en la ciudad distante,
luchó, sufrió... ¡mas, para el estudiante,
fué todo el orbe azul aquel invierno!
MELANCOLIA
A ti, por quien moriría,
me gusta verte llorar.
En el dolor eres mía
en el placer te me vas.
PARA CARLOS SANTIAS
(Después de oírle en la guitarra)
I
Fue un milagro cuyo secreto,
Carlos, tu guardas.
Nosotros haciéndote corro;
tú, en el centro, con la guitarra;
todos nosotros, callando;
tú, sin preguntarnos nada.
Ninguno te habíamos dicho
nuestras íntimas ansias;
de casi todos nosotros, la vida,
el destino y el rumbo ignorabas:
no obstante, certero, seguro,
como si las crearas,
nos ibas mostrando, en el fondo,
del lago de tu guitarra,
a todos y cada uno de nosotros,
nuestras propias almas!
II
Como un pescador
de prosapia divina,
sobre los ríos de tus cuerdas
ávidamente te inclinas,
y la nota que prenden,
en vivo y sin anzuelo, tus manos ungidas
unas veces relampaguea,
palpitación de escamas y chispas;
y otras veces se escapa de tus manos
y otras veces en ellas agoniza;
juegas con ella y la desdeñas
o te conmueve y la acaricias...
Ella, la nota prisionera, tiembla, gime, aletea, rebrinca;
pero siempre se lleva carne
del corazón de todos los que a tu juego asistan.
III
La guitarra, tu mundo;
y el sonido, tu fango
y tus manos, recuerdo en pequeño
de la obra de Dios en el Cáos.
Amasando el sonido
como Dios el barro,
pueblas, animas, llenas
de vivientes fantasmas la soledad del cuarto.
Y son aguas tranquilas,
ríos, acequias, lagos,
y oro y azul de auroras
y noches con vuelos de astros
y, en las cuerdas de tu guitarra,
un murmullo de salva poblada de pájaros...
si un día quieres que tu creación
sea casi divina, Carlos,
lee, en los ojos de tus padres
el bien que te desean cunado te miran ávidos,
y copia las miradas de tus padres
como puedas, tocando
y habrás creado un nuevo Paraíso,
dulce remedio a todos los dolores humanos!
¡Dios te bendiga, amor, porque eres bella!
¡Dios te bendiga, amor, porque eres mía!
¡Dios te bendiga, amor, cuando te miro!
¡Dios te bendiga, amor, cuando me miras!
¡Dios te bendiga si me guardas fe;
si no me guardas fe, Dios te bendiga!
¡Hoy que me haces vivir, bendita seas;
cuando me hagas morir, seas bendita!
Bendiga Dios tus pasos hacia el bien,
tus pasos hacia el mal, Dios los bendiga!
¡Bendiciones a ti cuando me acoges;
bendiciones a ti cuando me esquivas!
!Bendígate la luz de la mañana
que al despertarte hiere tus pupilas;
bendígate la sombra de la noche,
que en su regazo te hallará dormida!
¡Abra los ojos para bendecirte,
antes de sucumbir, el que agoniza!
¡Si al herir te bendice el asesino,
que por su bendición Dios le bendiga!
¡Bendígate el humilde a quien socorras!
¡Bendígante, al nombrarte, tus amigas!
¡Bendígante los siervos de tu casa!
¡Los complacidos deudos te bendigan!
¡Te dé la tierra bendición en flores,
y el tiempo en copia de apacibles días,
y el mar se aquiete para bendecirte,
y el dolor se eche atrás y te bendiga!
¡Vuelva a tocar con el nevado lirio
Gabriel tu frente, y la declare ungida!
¡Dé el cielo a tu piedad don de milagro
y sanen los enfermos a tu vista!
¡Oh querida mujer!... ¡Hoy que me adoras,
todo de bendiciones es el día!
¡Yo te bendigo, y quiero que conmigo
Dios y el cielo y la tierra te bendigan!