Poeta, narrador y dramaturgo de larga trayectoria. Gestor Cultural, director y actor teatral. Ha recibido innumerables premios y reconocimientos por su incesante trabajo en el ámbito local, provincial y nacional.
Nació en Las Varillas (provincia e Córdoba) el 1 de abril de 1958. Es profesor de Lengua y Literatura. Está radicado en Vicuña Mackenna, provincia de Córdoba, República Argentina, donde se dedica a la docencia y a la gestión cultural como Director de Cultura de la Municipalidad de Vicuña Mackenna.
A pesar de que se duermen
mis sentidos por rutina.
A pesar de esta apatía
que bosteza enmohecida.
A pesar de muchas broncas
que quedaron escondidas.
A pesar de mis fracasos,
mis pecados, mis caídas.
A pesar ya de ilusiones
que están por siempre dormidas,
y de fantasmas internos
prendidos en mis pupilas.
A pesar de que me invento
muchas veces la sonrisa.
A pesar de que me trague
mis verdades, mis mentiras.
A pesar de mis defectos,
de mi cólera, de mi ira,
y de mis eternos miedos
que desde mi alma silban,
y que viva disfrazando
mis pequeñas cobardías.
A pesar de mi pasado
que me espía a escondidas.
A pesar de mis angustias
que rasguñan mis costillas.
A pesar de mi energía
que se agota, se termina,
y del paso de los años,
de mis luchas, mis heridas.
A pesar de todo eso…
Sigo apostando a la vida.
Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio, sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño,
por algo me duermo; por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada,
y casi en el aire, con paso muy fino,
búscame en mi casa,
búscame en mis libros,
búscame en mis cartas,
y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco
y puedes usar todos mis zapatos.
Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
y cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.
Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima,
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara.
Besa bien la tierra, toma toda el agua
y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto,
búscame en los niños, el café, la radio
y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que “viven” no se mueren nunca,
se duermen de a ratos, de a ratos pequeños,
y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano,
y estarás conmigo sellada en contacto,
y aunque no me veas,
y aunque no me palpes,
sabrás que por siempre estaré a tu lado.
Entonces, un día, sonriente y vibrante,
sabrás que volví para no marcharme.
En medio del desierto desolado,
en un duelo feroz y animalado,
tu espada y mi espada, enfrentadas,
se lanzaron al aire, desafiantes
en una danza feroz y alucinada
en el ruedo pasional de la estocada.
Era el día y la hora señalada…
No hubo testigos…en aquella morada.
Éramos vos y yo,
con nuestro ayer en las espaldas.
Éramos vos y yo, con las espadas.
El silencio crujió ante la herida
de sangre, fuerza, dolor y encrucijada.
El halo del destino iba anunciando
los rumores de muerte sentenciada.
Y las dagas fueron águilas sangrantes
picoteando nuestras fibras al desnudo
sin defensa, expuestas…sin escudos.
Espadas en el aire, riña punzante…
El aire rasguña las entrañas.
Espadas en el aire, agudo baile…
donde la tierra danzante se desgaja…
Fue un dolor sentir que penetraba
mi filosa arma en tu cuerpo
y sentí el desgarro del grito silencioso
cuando entró en mi carne el frío de tu acero.
Fue la extensión de tu mano la que llegó hasta mi pecho.
Fue la extensión de mi brazo la que te quitó el aliento.
No hubo condenas, ni juez, ni veredicto.
El viento del desierto ha borrado
la historia de los pechos encontrados.
Tu corazón y el mío
han sido sepultados
Y yacen descalzos, desnudos,
solitarios.