Amado Nervo era el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz, poeta y prosista mexicano.Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero. Autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras.El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.
Pasó con su madre.
¡Qué rara belleza!
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul!
¡Qué ritmo en el paso!
¡Qué innata realeza de porte!
Qué formas bajo el fino tul...
Pasó con su madre.
Volvió la cabeza:
¡Me clavó muy hondo su mirada azul!
Quedé como en éxtasis...
Con febril premura,
¡Síguela!, gritaron cuerpo y alma al par.
...Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos,
la dejé pasar!
¿Qué es inútil mi afán por conquistarte:
que ni me quieres hoy ni me querrás...?
Yo me contento, Amor, con adorarte:
¡Dios hará lo demás!
Yo me contento, Amor, con sembrar rosas
en el camino azul por donde vas.
Tú sin mirarlas, en su senda posas
el pie: ¡Quizás mañana las veras!
Yo me contento, Amor, con sembrar rosas
¡Dios hará lo demás!
EL CELAJE
¿Adónde fuiste, Amor, adónde fuiste?
Se extinguió en el poniente el manso fuego,
y tú que me decías: "hasta luego,
volveré por la noche"... ¡No volviste!
¿En qué zarzas tu pie divino heriste?
¿Qué muro cruel te ensordeció a mi ruego?
¿Qué nieve supo congelar tu apego
y a tu memoria hurtar mi imagen triste?
¡Amor, ya no vendrás! En vano, ansioso,
de mi balcón atalayando vivo
el campo verde y el confín brumoso.
Y me finge un celaje fugitivo
nave de luz en que, al final reposo,
va tu dulce fantasma pensativo.
EL DIA QUE ME QUIERAS
El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.
El día que me quieras, los sotos escondidos
resonarán arpegios nunca jamás oídos.
Extasis de tus ojos, todas las primaveras
que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.
Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,
luciendo golas cándidas, irán las margaritas
por los montes y praderas,
delante de tus pasos, el día que me quieras...
y si deshojas una, te dirá su inocente
postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!
Al reventar el alba del día que me quieras,
y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,
florecerán las místicas corolas de los lotos.
El día que me quieras será cada celaje
ala maravillosa, cada arrebol miraje
de "Las Mil y una Noche", cada brisa un cantar,
cada árbol una lira, cada monte un altar.
El día que me quieras, para nosotros dos
cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, Vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales coseché siempre rosas.
... Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡más tú no dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas,
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Voz de Manuel Bernal
GRATIA PLENA
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía:
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
al influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!
Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular,
más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar.
Y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Avemaría;
¡quien la vio no la pudo ya jamás olvidar!
!Cuánto, cuánto la quise! ¡Diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la fuente de gracia, de donde procedía,
¡se volvió... como gota que se vuelve a la mar!
Por esa puerta huyó diciendo "¡Nunca!"
Por esa puerta ha de volver un día ...
Al cerrar esa puerta dejo trunca
la hebra de oro de la esperanza mía.
Por esa puerta ha de volver un día.
Cada vez que el impulso de la brisa,
como una mano débil indecisa,
levemente sacude la vidriera,
palpita más aprisa, más aprisa,
mi corazón cobarde que la espera.
Desde mi mesa de trabajo veo
la puerta con que sueñan mis antojos
y acecha agazapando mi deseo
en el trémulo fondo de mis ojos.
¿Por cuánto tiempo, solitario, esquivo,
he de aguardar con la mirada incierta
a que Dios me devuelva compasivo
a la mujer que huyó por esa puerta?
¿Cuándo habrán de temblar esos cristales
empujados por sus manos ducales,
y, con su beso ha de llegar a ellas,
cual me llega en las noches invernales
el ósculo piadoso de una estrella?
¡Oh Señor!, ya la pálida está alerta;
¡oh Señor, cae la tarde ya en mi vía
y se congela mi esperanza yerta!
¡Oh, Señor, haz que se abra al fin la puerta
y entre por ella la adorada mía!...
¡Por esa puerta ha de volver un día!.
Señor, deja que diga la gloria de tu raza,
la gloria de los hombres de bronce, cuya maza
melló de tantos yelmos y escudos la osadía:
!oh! caballeros tigres, !oh! caballeros leones,
!oh! caballeros águilas, os traigo mis canciones;
!oh! enorme raza muerta, te traigo mi alegría.
Aquella tarde, en el Poniente augusto,
el crepúsculo audaz era en una pira
como de algún atrida o de algún justo;
llamarada de luz o de mentira
que incendiaba el espacio, y parecía
que el sol al estrellar sobre la cumbre
su mole vibradora de centellas,
se trocaba en mil átomos de lumbre,
y esos átomos eran estrellas.
Yo estaba solo en la quietud divina
del Valle. ¿Solo? ¡No! La estatua fiera
del héroe Cuauhtemoc, la que culmina
dispersando su dardo a la pradera,
bajo del palio de pompa vespertina,
era mi hermana y mi custodio era.
"Eras tú, y a tus pies cayendo al verte
—te murmuré— quiero ser fuerte;
dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tú, firme y sereno;
quiero ser como tú, paciente y bueno;
quiero ser como tú, nieve y montaña.
Soy una chispa; ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un gujarro; ¡enséñame a ser cumbre!
Soy una linfa: ¡enséñame a ser río!
Soy un harapo: ¡enséñame a ser gala!
Soy una pluma: ¡enséñame a ser ala,
y que Dios te bendiga, padre mío!".
Y hablaron tus labios, tus labios benditos,
y así respondieron a todos mis gritos,
a todas mis ansias: —"¡No hay nada pequeño,
ni el mar ni el guijarro, ni el sol ni la rosa,
con tal de que el sueño, visión misteriosa,
le preste sus nimbos, y tu eres el sueño!
"Amar, ¡eso es todo!; querer, ¡todo es eso!
Los mundos brotaron el eco de un beso,
y un beso es el astro, y un beso es el rayo,
y un beso la tarde, y un beso la aurora,
y un beso los trinos del ave canora
que glosa las fiestas divinas de mayo".
Yo quise a la Patria por débil y mustia,
la Patria me quiso con toda su angustia,
y entonces nos dimos los dos un gran beso;
los besos de amores son siempre fecundos;
un beso de amores ha creado los mundos;
amar... ¡eso es todo!; querer... ¡todo es eso!
Siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor.
Adolescente, joven, viejo:
siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor.
En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío,
ve a buscar amor.
No pienses: Sufriré.
No pienses: Me engañarán.
No pienses: Dudaré.
Ve, simplemente, diáfanamente, regocijadamente,
en busca del amor.
Qué índole de amor?
No importa.
Todo amor está lleno de excelencia y de nobleza.
Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas...
pero ama siempre.
No te preocupes de la finalidad del amor.
Él lleva en sí mismo su finalidad.
No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras;
el amor lleva en sí su propia plenitud.
Siempre que haya un hueco en tu vida,
llénalo de amor!
Con su escolta de rancheros,
diez fornidos guerrilleros y en su cuaco retozón
que la rienda mal aplaca,
Guadalupe la chinaca va a buscar a Pantaleón.
Pantaleón es su marido,
el gañán más atrevido con las bestias y el la lid.
faz trigueña, ojos de moro
y unos músculos de toro y unos ímpetus de Cid.
Cuando mozo fue vaquero,
y en el monte y el potrero la fatiga le templó.
para todos los reveses,
y es terror de los franceses y cien veces lo probó.
Con su silla plateada,
su chaqueta alamarada, su vistoso cachirul
y su lanza de cañotos,
cabalgando pencos brutos ¡ qué gentil se ve el gandul!
Guadalupe esta orgullosa
de su prieto; ser su esposa le parece una ilusión,
y al mirar que en la pelea
Pantaleón no se pandea, grita: ¡ viva Pantaleón!
ella cura los heridos
con remedios aprendidos en el rancho en que nació,
y los venda en los combates
con los rojos paliacates que la pólvora impregnó.
En aquella madrugada todo halaga su mirada
finge pórfido el nopal
y los órganos parecen
candelabros que se mecen con la brisa matinal.
En los planos y en las peñas, el ganado entre las breñas,
rumía y trisca mugidor
azotándose los flancos, y en los húmedos barrancos
busca tunas el pastor.
A lo lejos, en lo alto, bajo un cielo de cobalto
que desgarra su capuz,
van tiñéndose las brumas, como un piélago de plumas
irisadas en la luz.
y en las fértiles llanadas, entre milpas retostadas
de color, pringan el plan,
amapolas, maravillas, zempoalxóchitls amarillas
y azucenas de san juan.
Guadalupe va de prisa de retorno de la misa,
que en las fiestas de guardar,
nunca faltan las rancheras,
como sus flores y sus ceras, a la iglesia del lugar;
con su gorra galoneaba, su camisa pespunteada,
su gran paño para el sol,
su rebozo de bolita,
y una saya suavecita y unos bajos de charol;
con su faz encantadora, más hermosa que la aurora
que colora la extensión,
con sus labios de carmines, que parecen colorines,
y su cutis de piñón,
se dirige al campamento, donde reina el movimiento
y hay mitote y hay licor,
porque ayer fue bueno el día, pues cayó en la serranía
un convoy del invasor.
¡que mañana tan hermosa! ¡cuánto verde, cuanta rosa
y que linda la extensión!
rosa y verde se destaca, con su escolta, la chinaca,
que va a ver a Pantaleón.
Si tú me dices: "¡Ven!", lo dejo todo...
No volveré siquiera la mirada
para mirar a la mujer amada...
Pero dímelo fuerte, de tal modo
que tu voz, como toque de llamada,
vibre hasta en el más íntimo recodo
del ser, levante el alma de su lodo
y hiera el corazón como una espada.
Si tú me dices: "¡Ven!", todo lo dejo...
Llegaré a tu santuario casi viejo,
y al fulgor de la luz crepuscular;
mas he de compensarte mi retardo,
difundiéndome, ¡oh, Cristo!, como un nardo
de perfume sutil, ante tu altar.
SI UNA ESPINA ME HIERE...
Si una espina me hiere, me aparto de la espina,
... ¡pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad
envidiosa en mí clava los dardos de su inquina,
esquívase en silencio mi planta, y se encamina hacia más puro
ambiente de amor y caridad.
¿Rencores? ¡De qué sirven! ¡Qué logran los rencores?
Ni restañan heridas, ni corrigen el mal.
Mi rosal tiene apenas tiempo para dar flores,
y no prodiga savias en pinchos punzadores:
si pasa mi enemigo cerca de mi rosal,
se llevará las rosas de más sutil esencia;
y si notare en ellas algún rojo vivaz,
será el de aquella sangre que su malevolencia
de ayer vertió, al herirme con encono y violencia,
y que el rosal devuelve, ¡trocado en flor de paz!
YO NO SOY DEMASIADO SABIO....
Yo no soy demasiado sabio para negarte,
Señor, encuentro lógica tu existencia divina;
me basta con abrir los ojos para hallarte;
la creación entera me convida a adorarte,
y te adoro en la rosa y te adoro en la espina.
¿Qué son nuestras angustias para querer por ellas
argüirte de cruel? ¿Sabemos por ventura
si tú con nuestras lágrimas fabricas las estrellas,
si los seres más altos, si las cosas más bellas
se amasan con el noble barro de la amargura?
Esperemos, suframos, no lancemos, jamás
a lo invisible nuestra negación como un reto.
Pobre criatura triste, ¡ya verás, ya verás!
La muerte se aproxima... ¡ De sus labios oirás el celeste secreto!
Página de poemas del autor; AMADO NERVO, se incluyen algunos datos de su biografía.
Las poesías (algunas con audio en mp3) que contiene son: A kempis, a némesis, cobardia, Dios hará lo demás, el celaje, el día que me quieras, en paz, gratia plena, la puerta, la raza de bronce, llenalo de amor, mexicanas, si tu me dices ven, si una espina me hiere, yo no soy demasiado sabio.
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